La Abeja Marisol y su Viaje al Mar



Era una soleada mañana en el jardín de flores donde vivía Marisol, una pequeña abeja con grandes sueños. A diferencia de sus amigas, que pasaban el día recolectando néctar y haciendo miel, Marisol sentía que su corazón palpitaba con el ritmo de las olas del mar. Su mayor anhelo era visitar el océano y conocer todas las maravillas que había escuchado de él.

Un día, mientras zumbaba entre las flores, escuchó a un grupo de mariposas hablando.

"¿No has visto el mar? Es hermoso, brillando como un millón de estrellas bajo el sol!" - dijo una mariposa de alas azules.

"¡Sí! Y el sonido de las olas es como música para mis antenas!" - agregó otra.

Marisol, entusiasmada, se acercó y les preguntó:

"¿Puedo ir al mar con ustedes? ¿Me llevarían?"

Las mariposas se rieron suavemente.

"Oh, Marisol, el mar está muy lejos para una abeja. Tienes que quedarte aquí, donde hay flores y néctar. Es lo más seguro" - respondió una de ellas.

Pero Marisol no se desanimó. Esa noche, decidió que se lanzaría a la aventura. Al amanecer, se despidió de su colmena.

"¡Voy a buscar el mar!" - exclamó con determinación mientras agitaba sus alas.

Marisol voló por campos llenos de flores, sobre ríos y bosques. En su camino, conoció a un viejo gusano.

"¡Hola, pequeño insecto! ¿Adónde vas con tanta prisa?" - preguntó el gusano.

"Voy a conocer el mar. Quiero ver las olas y sentir la brisa del océano en mis alas."

"Tienes mucho coraje", dijo el gusano. "Pero debes tener cuidado. El viaje puede ser peligroso, y no sabemos qué encontraremos en el camino" - advirtió.

"Lo sé, pero no puedo quedarme aquí sin intentar. ¡Gracias por tu preocupación!" - respondió Marisol. Y siguió su camino con una sonrisa.

Siguió volando y volando, hasta que llegó a un gran acantilado. Desde allí, podía ver en la distancia el inmenso océano. Emocionada, Marisol decidió que era mejor tomar un descanso y preguntarle a alguien más sobre el mar.

Mientras descansaba en una flor cerca del acantilado, vio a un pájaro volando a su lado.

"¡Hola! Soy Lucho, el pájaro cantor. ¿Tú quién sos?" - preguntó el pájaro.

"Soy Marisol, una abeja que quiere conocer el mar!"

"¡El mar! Es maravilloso y también peligroso. Pero podría ayudarte, si quieres. Puedo volar alto y mostrarte el camino desde el aire."

Marisol saltó de alegría.

"¡Eso sería increíble, Lucho!"

Así que juntos, volaron alto en el cielo. Mientras cruzaban paisajes hermosos, Lucho le contaba a Marisol sobre las cosas que vería.

"¿Sabías que en el mar hay estrellas de mar?"

"¡No! Me imagino que son tan brillantes como las estrellas del cielo!"

"Y también hay coral, que es como un jardín bajo el agua" - describió Lucho.

De repente, un viento fuerte comenzó a soplar y Marisol luchó por mantenerse en el aire.

"¡Ayuda!" - gritó, mientras se veía arrastrada.

Lucho la atrapó justo a tiempo.

"¡Aterriza en mi espalda! Te llevaré a un lugar seguro!"

Marisol se aferró a Lucho mientras él descendía hacia un árbol grande y frondoso. Allí se quedaron un rato hasta que el viento se calmó. Después de unos minutos, Marisol le agradeció.

"¡Eres un gran amigo, Lucho! Sin ti, ¡no sé qué hubiera pasado!"

"No hay problema, Marisol. La amistad siempre es importante en un viaje como este" - sonrió Lucho.

Finalmente, llegaron a la orilla del mar. Marisol nunca había visto algo tan vasto. Las olas rompían suavemente en la playa, y el sonido era como melodía. Estaba maravillada.

"¡Mirá el agua! ¡Es tan hermosa!" - gritó Marisol emocionada.

"Y esta es apenas la orilla. Si buceas un poco, podrás ver más maravillas" - le dijo Lucho.

Marisol, llena de valentía, se asomó al agua.

"Voy a conocer el mar, aunque sea solo un poco. ¡Gracias, Lucho!"

"¡Ve y disfruta! Yo estaré aquí, cantando para ti!" - lo alentó su nuevo amigo.

Marisol zambulló sus patitas en el agua y sintió una frescura increíble. A medida que se acercaba a la orilla, comenzó a ver peces de colores, medusas y hasta un caballito de mar.

"¡Esto es mágico!" - exclamó llena de alegría.

Disfrutó de cada instante en la playa. Después de un rato, sintió que había cumplido su sueño. Volvió con Lucho, quien había preparado un pequeño concierto.

"¿Cómo te fue, Marisol?"

"Increíble, Lucho. No solo vi el mar, sino que sentí su magia. Y, sobre todo, aprendí que los sueños valen la pena, incluso cuando apuntan a lo desconocido".

Marisol decidió regresar a casa, pero no sin antes despedirse de Lucho.

"Siempre llevaré este día en mi corazón. Gracias por acompañarme."

"La vida es una aventura, Marisol, y siempre habrá más por descubrir. ¡Vuelve pronto!" - le contestó el pájaro.

Y así, Marisol regresó a su colmena, llena de historias sobre el mar y la amistad. Desde entonces, se convirtió en la abeja que contaba cuentos. Sabía que viajar a lugares desconocidos podía ser difícil, pero que cada aventura trae consigo lecciones valoradas, y cada amigo que hacemos en el camino se convierte en parte de nuestra historia.

Y así fue como Marisol descubrió que los sueños y las aventuras realizan a aquellos que se atrevan a seguir sus alas.

Fin.

FIN.

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