La abeja reina y su varita mágica



En un hermoso jardín, lleno de flores de todos los colores, vivía una abeja reina llamada Beatriz. Beatriz no era una abeja común y corriente; tenía una varita mágica que le había regalado su abuela, que también había sido reina. Esta varita podía hacer que las flores florecieran más rápido, que el sol brillara más intensamente y hasta podía ayudar a sus compañeras abejas a encontrar el camino de regreso a casa cuando se perdían.

Un día, mientras estaba en su colmena, Beatriz escuchó a sus abejitas hablando preocupadas.

"¿Qué pasa, mis queridas?", preguntó Beatriz.

"No sabemos cómo encontrar las mejores flores para hacer miel", respondió Lila, una abeja joven y emocionada por su primer día de recolección.

Beatriz sonrió y agitó su varita mágica.

"No se preocupen, pequeñas. Yo puedo ayudarlas. ¡Florezcan hermosas flores!"

Y de repente, las flores a su alrededor comenzaron a abrirse y a mostrar todos sus colores y fragancias. Las pequeñas abejas, emocionadas, salieron volando siguiendo el aroma dulce de los pétalos recién abiertos.

Después de un rato, Beatriz notó algo extraño. Algunas de sus abejas estaban regresando a la colmena, pero otros parecían confundidos.

"¿Dónde están las que no pudieron volver?", se preguntó.

Tomó su varita y la agitó nuevamente.

"Nubes de polen, guíen a mis abejas perdidas. Vuelvan al camino de casa".

De repente, una suave brisa sopló, trayendo consigo a las abejitas extraviadas, que estaban súper agradecidas. Una de ellas, llamada Flora, se acercó a Beatriz.

"¡Gracias, reina Beatriz! Sin tu magia, no hubiéramos regresado nunca".

A la mañana siguiente, Beatriz decidió que quería hacer algo aún más especial. Quería compartir su magia con las demás criaturas del jardín. Entonces, volaron hacia un claro donde había varios animales, como conejos, mariposas, y hasta un viejo búho, que miraba todo desde su rama.

"Queridos amigos, quiero mostrarles cómo pueden disfrutar de las maravillas de este jardín", dijo Beatriz mientras agita la varita.

Y, al hacerlo, las flores comenzaron a bailar y a cantar. Los conejos saltaron de alegría y las mariposas comenzaron a volar en hermosas coreografías. Todos se unieron y comenzaron a celebrar la belleza del jardín.

Pero en la tarde, algo inesperado ocurrió. El cielo se nubló y comenzó a llover. Todos los animales se dispersaron, y Beatriz, preocupada, se quedó sola bajo una hoja.

"No puedo hacer nada para detener la lluvia", pensó.

Entonces, recordó algo que su abuela le había contado: "No toda la magia está en la varita, a veces, también hay que encontrar la magia en la naturaleza". Así que Beatriz se centró y decidió que era hora de poner en práctica lo que había aprendido.

Se acercó a la lluvia y, en lugar de pensar que era algo triste, comenzó a bailar. Al ver eso, los otros animales también se acercaron.

"Vengan, bailemos bajo la lluvia!", gritó alegremente.

Rieron, saltaron y se divirtieron mientras el agua los empapaba. La lluvia, lejos de ser un problema, se convirtió en una fiesta. Después de un rato, el sol salió de entre las nubes y el jardín tomó un brillo especial. Beatriz se dio cuenta de que la verdadera magia no solo estaba en su varita, sino también en la alegría de compartir y disfrutar lo que la vida les daba.

Desde ese día, Beatriz continuó utilizando su varita mágica, pero también enseñó a todos en el jardín a encontrar la felicidad en cada momento, sin importar las circunstancias. La abeja reina y su varita mágica siguieron haciendo florecer el jardín, pero ahora lo hacían con amor y risas, juntos, creando una hermosa comunidad llena de vida y magia.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!