La abeja valiente



Había una vez, en un hermoso jardín lleno de flores coloridas y fragantes, vivía una pequeña abeja llamada Molly. Molly era muy curiosa y siempre estaba volando de flor en flor, recolectando néctar para hacer miel.

Pero últimamente, Molly había notado algo preocupante: cada vez veía menos abejas a su alrededor. Un día soleado, mientras se encontraba en una margarita reagarrando polen, vio a su amiga Lola la mariquita acercarse volando.

"¡Hola Molly! ¿Qué te trae por aquí?"- preguntó Lola con alegría. Molly suspiró y respondió con tristeza: "Estoy muy preocupada, Lola. He notado que cada vez hay menos abejas en nuestro jardín. Me pregunto si estamos en peligro de extinción".

Lola se sorprendió al escuchar esto y decidió investigar el asunto. Juntas fueron a hablar con Lucas el saltamontes sabio del jardín.

Lucas los recibió con una sonrisa y les dijo: "No se preocupen queridas amigas, las abejas no están en peligro de extinción todavía. Pero es cierto que han disminuido su número debido a varios factores como el cambio climático y la pérdida de hábitats naturales". "¿Qué podemos hacer para ayudarlas?"- preguntó Molly ansiosamente.

Lucas pensó por un momento y luego sugirió: "Podemos crear conciencia entre todos los habitantes del jardín sobre la importancia de las abejas para nuestra vida. También podemos plantar más flores y evitar el uso de pesticidas dañinos".

Molly y Lola estaban emocionadas con la idea y se pusieron manos a la obra. Organizaron una reunión con todos los insectos del jardín para explicarles lo que estaba sucediendo.

El encuentro fue un éxito, todos los insectos se comprometieron a cuidar de las abejas y a difundir su importancia entre otros jardines vecinos. Poco a poco, el jardín comenzó a transformarse en un lugar lleno de colores y aromas.

Las abejas volvieron a visitar el jardín en grandes cantidades, zumbando felices mientras polinizaban las flores. Un día, Molly recibió una carta especial. Era del Consejo Internacional de Abejas, quienes le informaron que gracias al esfuerzo de ella y sus amigos, habían logrado salvar a muchas abejas en todo el mundo.

Molly estaba llena de alegría al leer esta noticia. Se dio cuenta de que no importaba cuán pequeña fuera, podía marcar la diferencia si se esforzaba por algo en lo que creía.

Desde ese día en adelante, Molly siguió siendo una abeja curiosa pero también valiente. Continuó trabajando duro para recolectar néctar y hacer miel, sabiendo que su labor era vital para mantener vivo el ciclo natural del jardín.

Y así, gracias al coraje y determinación de Molly y sus amigos insectos, las abejas nunca estuvieron más cerca de estar protegidas contra la extinción.

FIN.

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