La Abejita Adela y el Zorro Travieso



Era un día soleado en el bosque y la abejita Adela revoloteaba de flor en flor, enseñando a todos los animales sobre la importancia de la amistad, el respeto y la solidaridad. Adela era conocida por su bondad y sabiduría, y todos los habitantes del bosque la admiraban.

Un buen día, mientras Adela estaba ocupada compartiendo dulces palabras con un grupo de mariposas, se topó con un zorro de pelaje brillante pero ojos traviesos. Su nombre era Zorrito, y era famoso en el bosque por sus travesuras y por no respetar a los demás.

Un poco temerosa, Adela se acercó y le dijo:

- “Hola, Zorrito. ¿Sabías que el respeto es fundamental en nuestro bosque? ”

Zorrito la miró de reojo y se rió:

- “¡Respeto! ¿Qué es eso? ¡A mí me encanta jugar y hacer lo que quiero sin preocuparme por los demás! ”

Adela, con dulzura, le respondió:

- “Pero, querido Zorrito, si no respetas a los demás, podrías herir sus sentimientos. Te invito a que me acompañes a conocer un poco más de lo que compartimos en el bosque.”

Zorrito, más por curiosidad que por interés, aceptó. Juntos volaron por el bosque, y Adela le mostró cómo las flores se ayudaban entre sí para crecer, cómo los pájaros se cuidaban los unos a los otros, y cómo incluso los pequeños ratones compartían sus refugios en tiempos de frío.

A medida que avanzaban, Zorrito comenzó a notar que había algo especial en la manera en que Adela interactuaba con los demás. Cuando vieron a un grupo de hormigas trabajando unidas, Adela comentó:

- “Mirá cómo se ayudan. Eso es el verdadero trabajo en equipo.”

Zorrito se encogió de hombros, pero la imagen le parecía interesante. Justo en ese momento, un grupo de ranas comenzó a realizar su fiesta de croar. Adela invitó a Zorrito a unirse, pero él se dispuso a hacer de las suyas.

- “¡Voy a asustarlas un poco! Eso va a ser divertido.”

Adela se alarmó:

- “¡Pero Zorrito! No deberías hacer eso, será muy feo y ellas se sentirán mal.”

- “¡Bah! A mí me divierte.”

Justo cuando Zorrito estaba por lanzarse para asustarlas, Adela le bloqueó el camino. En ese momento, el tamborileo de las patas de las ranas cesó, y todas giraron hacia el zorro, mirándolo con preocupación.

- “Mirá cómo se sienten, Zorrito. ¿Te gustaría ser tratado así? ¿Te gustaría que alguien te asustara sin razón? ”

Zorrito se detuvo en seco, pensando en lo que Adela decía. De repente, recordó un par de veces en que otros animales lo habían asustado. Se sintió un poco mal por su plan, y repentinamente, el deseo de participar de la alegría del croar se apoderó de él.

- “Hmm, tienes razón, Adela. No quisiera que me hicieran sentir así.”

- “Entonces, ¿por qué no te unes a la diversión? Todos están disfrutando y respetándose. ¡Eso hace las fiestas mucho más alegres! ”

Con un cambio en su actitud, Zorrito decidió unirse al grupo de ranas, pero esta vez, para bailar y cantar. Adela lo observó con una sonrisa.

Poco a poco, Zorrito se fue transformando. Empezó a entender que, al respetar a los demás, podía disfrutar de un mundo lleno de amistades y alegrías. Pasaron los días y Zorrito, ahora un poco más sabio, se convirtió en el compañero de juegos de muchos animales, mientras que Adela seguía enseñando sobre la importancia de ser amables y solidarios.

Una tarde, mientras volaban juntos, Zorrito se detuvo y le dijo:

- “Adela, creo que me están gustando tus enseñanzas. Me gustaría ayudar a otros a entender lo que me enseñaste.”

Adela se emocionó mucho y, desde ese día, ambos comenzaron a trabajar juntos. Zorrito ayudaba a difundir el mensaje del respeto en el bosque, volviendo poco a poco en el zorro más querido y alegre del lugar.

Y así, la abejita Adela y el zorro travieso se convirtieron en un dúo perfecto, mostrándole a todos, que el respeto y la amistad eran los mejores valores que podían compartirse.

Y colorín, colorado, ¡este cuento se ha acabado!

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!