La abejita Anita y el diamante perdido
Había una vez en un hermoso jardín, una abejita llamada Anita que se encargaba de transportar el polen de flor en flor. Anita era muy trabajadora y siempre estaba ocupada reagarrando polen para llevarlo a la colmena.
Un día, mientras volaba de flor en flor, Anita vio algo brillante entre las hojas. Era un pequeño diamante que había caído del collar de una niña que jugaba cerca del jardín.
Anita decidió tomar el diamante y llevárselo a su amiga Libélula para mostrarle su hallazgo. Al llegar al estanque donde vivía Libélula, Anita le mostró emocionada el diamante. -¡Mira lo que encontré! ¡Es tan brillante y hermoso! - exclamó Anita con entusiasmo.
Libélula quedó maravillada al ver el diamante y pensó en cómo podrían devolvérselo a la niña. Juntos idearon un plan: irían hasta la casa de la niña y dejarían el diamante cerca de su ventana para que ella lo encontrara.
Con mucho cuidado, Anita tomó el diamante entre sus patitas y volaron hacia la casa de la niña. Sin embargo, cuando llegaron allí, se dieron cuenta de que no podían entrar porque todas las ventanas estaban cerradas.
-¡Oh no! ¿Y ahora qué haremos? - dijo Libélula preocupada. Pero entonces tuvieron una idea genial: buscaron por todo el jardín hasta encontrar una lupa gigante abandonada por los niños.
Con mucha fuerza y trabajo en equipo, lograron levantarla y apuntarla hacia la ventana de la niña. El sol brillaba fuerte y los rayos de luz se concentraron en el diamante, creando destellos que llamaron la atención de la niña.
Al ver el brillo desde su habitación, corrió hacia la ventana y vio el hermoso diamante que había perdido. La niña salió al jardín emocionada y agradeció a Anita y Libélula por haber encontrado su preciado collar. Las dos amigas abejita y libélula estaban muy felices de haber ayudado.
Desde ese día, Anita y Libélula se volvieron inseparables. Juntas exploraban el jardín, ayudaban a otros animales e incluso resolvían problemas difíciles. Siempre recordaban aquel día en el que encontraron el diamante y cómo trabajando en equipo lograron devolverlo a su dueña.
Y así, Anita aprendió una valiosa lección: siempre es importante ayudar a los demás, trabajar en equipo y nunca darse por vencido ante los obstáculos que se presenten en el camino.
FIN.