La abejita generosa


En un bonito prado, cerca de un frondoso bosque, vivía una abejita llamada Margarita. Margarita iba feliz a la escuela todos los días, pero había algo que la entristecía mucho: no tenía nada para llevar de recreo. La abejita era muy pobre y no podía permitirse comprar golosinas o jugos como sus compañeras. En la escuela, había un grupo de mariposas creídas que siempre presumían de lo que tenían. Ellas nunca invitaban a Margarita a compartir sus meriendas, y a veces hasta se burlaban de ella por ser tan humilde.

Un día, la abejita Margarita encontró en el prado un fruto delicioso y una flor llena de néctar. Con mucho esfuerzo, decidió llevarlos a la escuela para compartir con las mariposas. Al llegar, las mariposas, como de costumbre, comenzaron a presumir de sus meriendas. Margarita, con timidez, les mostró lo que había llevado.

- ¡Miren chicas, hoy tengo un regalo para ustedes! - exclamó Margarita con una sonrisa.

Las mariposas, sorprendidas, probaron el delicioso fruto y bebieron el néctar perfumado. Quedaron maravilladas por el gesto generoso de Margarita, quien no tenía mucho pero compartía lo que tenía con alegría.

A partir de ese día, las mariposas cambiaron su actitud. Comenzaron a invitar a Margarita a compartir sus meriendas y a jugar con ellas. Aprendieron que la verdadera riqueza no está en lo material, sino en la generosidad y el cariño que podemos compartir con los demás. Margarita, por su parte, se sintió muy feliz al saber que su humilde regalo había alegrado a sus compañeras, y juntas vivieron momentos de amistad y compañerismo.

La abejita Margarita nos enseña que, a pesar de las dificultades, siempre podemos encontrar la manera de hacer felices a los demás. Y que la verdadera riqueza está en el corazón generoso y solidario.

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