La Abejita Lira y el Día Nublado
Era un día nublado en el bosque. Las nubes grises cubrían el cielo, y la brisa suave anunciaba que la lluvia estaba cerca. En una pequeña colmena, la abeja Lira revoloteaba inquieta, mirando con preocupación hacia el horizonte.
"Ay, ¿qué voy a hacer?" - se decía a sí misma mientras limpiaba sus alitas. "Si llueve, no podré salir a buscar néctar..."
Lira era una abeja trabajadora, siempre llena de energía y lista para ayudar a sus amigas. Pero hoy se sentía muy preocupada. ¿Y si la lluvia arruinaba su trabajo de polinización? ¿Y si se quedaba sin alimento? Necesitaba una solución.
Se asomó al exterior de la colmena, observando a sus amigos, que también parecían preocupados. La mariposa Mía estaba sentada sobre una hoja, con sus coloridos alitas cerradas.
"Mía, ¿no tienes miedo de la lluvia?" - preguntó Lira.
"Un poco, pero a veces es necesario que llueva. Las flores necesitan agua para crecer, y nosotros necesitamos flores para alimentarnos" - respondió Mía con una sonrisa.
Lira pensó en lo que había dicho su amiga. No podía dejar que el miedo le ganara. Decidió que haría lo que pudiera para ayudar a las flores mientras durara el buen tiempo. Así que salió volando hacia el prado, donde crecía una hermosa variedad de flores.
Justo cuando llegó, el cielo se oscureció y comenzó a caer una ligera llovizna. Lira se sintió abrumada, pero recordó lo que Mía le había dicho. "Las flores necesitarán este agua", pensó, y continuó haciendo su trabajo de polinización.
Mientras zumbaba de flor en flor, conoció a un pequeño caracol llamado Uli que también estaba buscando refugio.
"¡Hola!" - exclamó Uli al ver a Lira. "Es un día horrible, ¿verdad?"
"Pero también es un día importante. La lluvia ayudará a nuestras flores a crecer" - le contestó Lira.
"Es cierto... pero me gustaría encontrar un lugar seco para esperar. ¿Vienes conmigo?" - pidió Uli.
Lira dudó por un momento. De verdad quería ayudar, pero también quería estar segura. Finalmente decidió acompañarlo. Ambos encontraron una pequeña cueva donde podían refugiarse del mal tiempo. Mientras esperaban, Lira le contó a Uli sobre la importancia de su trabajo como abeja.
"Sin nosotros, las flores no podrían tener sus frutos. Es una cadena en la naturaleza" - explicó Lira con entusiasmo.
Con la lluvia cayendo, el tiempo pasó volando, y Uli, agradecido, le dijo:
"Gracias por acompañarme. No sabía cuánto podía aprender de una pequeña abeja".
Para sorprenderse, la lluvia paró, y el sol asomó entre las nubes. Salieron de la cueva y vieron el bosque transformado, como si hubiera sido lavado y brillaba bajo la luz solar.
"Mira, Lira, ¡las flores se ven más hermosas que nunca!" - exclamó Uli.
"Sí, lo son. La lluvia ha hecho su trabajo, y ahora podemos continuar el nuestro" - respondió Lira, llena de energía.
Lira se lanza en un vuelo ligero y colorido, mientras sigue polinizando las flores. Estaba contenta, no solo por haber ayudado a las flores, sino también porque había hecho un nuevo amigo. Aprendió que a veces los cambios pueden dar miedo, pero también pueden ser oportunidades para crecer y ayudar a otros.
Así, el día nublado se convirtió en uno de los más brillantes en la memoria de Lira. Cuando regresó a la colmena, su corazón estaba lleno de alegría, y sintió que había cumplido con su deber.
Con una gran sonrisa, se despidió de Uli.
"Hasta la próxima vez, amigo. Juntos podemos hacer muchas cosas bonitas".
"¡Hasta luego, Lira!" - respondió Uli, despidiéndose con un pequeño movimiento de su concha.
Y así, la abeja Lira aprendió que a veces, cuando las cosas no salen como uno planea, aún se puede encontrar belleza en la transformación. No hay mal tiempo, solo oportunidades esperando ser reconocidas.
FIN.