La Abejita Mari y su Gran Aventura



En un colorido jardín lleno de flores, vivía una abeja llamada Mari. Todos en la colmena la consideraban una abeja especial, pero también un poco desobediente.

- ¡Mari! ¡Ven aquí! - gritó la Reina Abeja un día, mientras todas las demás abejas trabajaban recolectando néctar.

- ¡Ay, no! ¡Estoy ocupada volando! - respondió Mari, mientras revoloteaba entre las flores.

A pesar de las advertencias de su madre y de la Reina Bee, a Mari le encantaba hacer lo que quería. Pero un día, sus travesuras la llevaron a un problema. Mientras estaba explorando en un rincón del jardín, se topó con una flor muy especial que nunca había visto antes.

- ¡Guau! ¿Qué flor es esta? - exclamó, intrigada. Sin pensarlo dos veces, se acercó para chupar su néctar.

Cuando lo hizo, un fuerte viento comenzó a soplar, levantando a Mari en el aire y llevándola lejos de su hogar. Mientras volaba, se dio cuenta de que no podía regresar.

- ¡Ayuda! - gritó, asustada. - ¡No sé cómo volver!

De repente, un viejo saltamontes que estaba cerca escuchó sus gritos.

- ¿Qué pasó, pequeña abeja? - preguntó el saltamontes.

- Me he perdido y no sé cómo regresar a la colmena - respondió Mari, con lágrimas en los ojos.

- Lo primero que debes hacer es dejar de volar sin rumbo - le aconsejó el saltamontes. - Las abejas como vos tienen un lugar al que pertenecen. Debes aprender a seguir las reglas para encontrar tu camino de regreso.

Mari, al escuchar eso, se dio cuenta de que no había prestado atención a los consejos de su madre. Decidió seguir a su nuevo amigo, el saltamontes, quien le enseñó sobre las rutas que tomaban las abejas y la importancia de estar en grupo.

- ¿Ves esas flores? - preguntó el saltamontes, señalando un campo lleno de color. - Ahí es donde debes ir, pero tienes que aprender de tus errores primero.

- Lo entiendo, pero ¿cómo puedo volver? - preguntó Mari.

- Sigue el rastro del sol y busca a tus amigas abejas. Lo importante es no rendirse - le dijo el saltamontes con una sonrisa.

Mari emprendió el camino siguiendo los consejos del saltamontes. En su camino, se encontró con algunas abejas que la miraron sorprendidas.

- Mari, ¿qué haces aquí? - preguntaron.

- Me perdí, pero estoy aprendiendo de mis errores - explicó ella, sintiéndose un poco más valiente.

Con la ayuda de sus amigas, lograron regresar juntas a la colmena. La Reina Abeja las recibió con alegría.

- ¡Mari! ¡Te estábamos buscando! - exclamó la Reina.

- Siento mucho haber sido desobediente. Aprendí que debo escuchar y seguir las reglas - dijo Mari, sintiéndose un poco avergonzada pero decidida a cambiar.

Desde ese día, Mari se convirtió en una abeja trabajadora y obediente. Aprendió que cada regla tenía un propósito y que, al trabajar en equipo, podían lograr grandes cosas. Y aunque algunas veces todavía sentía la necesidad de aventurarse, siempre recordaba lo que había aprendido.

Y así, Mari vivió feliz en su colmena, recordando que la obediencia y el trabajo en equipo son las claves para encontrar su lugar en el vasto jardín del mundo.

FIN.

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