La Abejita Valiente y el Niño Asustado
Había una vez, en un campo lleno de hermosas flores, un panal de abejas. Las flores eran tan coloridas que parecía un arcoíris en el suelo. Entre las abejas, había una pequeña abeja llamada Lía, que era muy curiosa y siempre quería jugar y explorar el mundo que la rodeaba.
Un día, mientras volaba alegremente alrededor del jardín, Lía vio a una familia que había venido a disfrutar del día. En el centro de esa familia, había un niño que se reía y corría entre las flores. Lía, entusiasmada, decidió que quería jugar con él. Así que voló hacia el niño, moviendo sus pequeñas alas con gran emoción.
Pero cuando el niño vio a Lía acercándose, se asustó y gritó: "¡Mami! ¡Una abeja!"- El niño dio un paso atrás, y Lía, al escuchar su grito, se sintió triste.
"No quiero asustarlo, solo quiero jugar," pensó. Con una idea en mente, Lía decidió volar un poco más cerca del niño y, usando toda su valentía, le dijo:
"¡Hola! Soy Lía, la abeja. No te preocupes, soy buena. Hago miel y polen."
El niño, aún un poco asustado, respondió:
"¿Haces miel? Pero las abejas pican."-
Lía, pensando en cómo demostrarle que era amigable, hizo un pequeño baile en el aire, girando y haciendo figuras divertidas.
"¡Mira! No pico, solo me gusta bailar. Además, te puedo contar cómo hago la miel. Es muy divertido y dulce."
El niño, curioso, dejó de tener miedo. "¿De verdad?"- preguntó.
"¡Sí!"- contestó Lía, emocionada. "Las abejas como yo recogemos néctar de las flores y lo llevamos a nuestra colmena. Ahí, lo transformamos en miel. Sin las abejas, no tendríamos flores ni frutas."-
El niño, sorprendió, se dio cuenta de lo importante que eran las abejas. "Entonces, ¿eres como una pequeña heroína de la naturaleza?"-
"¡Exactamente! Y no solo eso, también ayudamos a que las plantas crezcan,"- explicó Lía.
De repente, el niño tuvo una idea. "¿Y si hacemos un juego? Tú me enseñas a bailar como lo haces y yo te prometo que no te tendré miedo después de eso."
A Lía le encantó la idea. Así que comenzaron a girar y bailar entre las flores, mientras la familia miraba sonriente desde un costado.
"¡Mira cómo lo hago!"- decía Lía mientras se movía alegremente. "¡Tú también puedes intentarlo!"-
"¡Esto es divertido!"- gritó el niño, olvidando por completo su miedo.
Ambos se reían y se divertían. La familia se unió al juego, imitando los movimientos de Lía, y pronto todo el campo estaba lleno de risas, danzas y colores. Al final del día, el niño corrió hacia su mamá y le dijo:
"¡Mira, mamá! Conocí a una abeja valiente que hace miel. No tengo miedo, ¡ella es mi amiga!"-
La mamá sonrió, contenta de ver a su hijo tan feliz. Lía, viendo que su plan había funcionado, se llenó de alegría.
"Recuerda, siempre hay que cuidar a las abejas. Son importantes para nuestra tierra y para que tengamos el aire limpio y alimentos ricos."
Desde ese día, Lía y el niño se hicieron amigos inseparables, y cada vez que la familia iba al campo, el niño siempre buscaba a la abeja valiente. Aprendieron juntos sobre la naturaleza, cómo cuidar el medio ambiente y la importancia de las abejas en el mundo. Y así, en cada visita al campo, las risas y los bailes nunca faltaron, llenando de magia y color aquel hermoso lugar.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.