La Abuela Fea y el Valor de la Amistad
Había una vez en un pequeño pueblo una abuela a la que todos llamaban "La Abuela Fea". Su verdadero nombre era Rosa, pero nadie la conocía por su nombre real. La gente del pueblo comentaba sobre su aspecto, pues tenía una nariz grande, arrugas en la piel y cabello desordenado. Sin embargo, lo que realmente importaba a Rosa era su corazón, enorme y lleno de amor.
Al principio, un grupo de niños del barrio no pasaban por su casa. Pequeños como Joaquín, Lila y Mateo, eran inseparables y siempre jugaban juntos, pero nunca se acercaban a la casa de la abuela. Un día se escuchó una risa, algo que nunca había pasado por la casa de La Abuela Fea.
"¿Escucharon eso?" - dijo Joaquín, curioso.
"Sí, parece que viene de la casa de la abuela. ¡Vamos a ver!" - sugirió Lila, aunque un poco nerviosa.
Cuando llegaron, se asomaron por la ventana y vieron a la abuela rodeada de varios animales: un perro, un gato y hasta un loro. La abuela estaba haciendo malabares con unos divertidos pelotitas de colores, mientras contaba historias.
"¡Eso no es lo que esperábamos!" - exclamó Mateo, sorprendido.
"Sí, parece divertida" - agregó Lila, ya intrigada.
Decidieron entrar, y al abrir la puerta, la abuela los miró con su gran sonrisa y les dijo:
"¡Hola, chicos! ¡Bienvenidos! ¿Quieren hacer malabares conmigo?"
Los niños, sorprendidos pero emocionados, se acercaron. Mientras jugaban, Lila se atrevió a preguntar:
"¿Por qué te dicen la Abuela Fea?"
La abuela se rió alegremente y respondió:
"Porque la gente solo ve lo que hay afuera. Pero lo más bello está en el interior, ¿no creen?"
A partir de ese día, los niños comenzaron a visitar a la abuela regularmente. Cada tarde, aprendían sobre malabares, cuentos y sobre la amistad. La abuela se convirtió en su mejor amiga. Un día, decidieron organizar un picnic en el parque y invitaron a todos los chicos del barrio.
"Vamos a invitar a la abuela también" - sugirió Joaquín entusiasmado.
"¿Tú crees?" - preguntó Mateo, dudoso.
"Sí, porque ella es especial y tiene mucho que ofrecer" - Lila insistió.
Cuando llegaron al parque, los niños comenzaron a enseñar a los demás a hacer malabares, y al poco tiempo la abuela llegó con su sombrero colorido y una cesta llena de frutas.
"¡Sorpresa! Les traje unas ricas galletitas para todos ustedes" - dijo Rosa, sonriendo.
Los otros niños no podían creer que una señora tan “fea” fuera tan simpática y divertida. Al principio, algunos se quedaron un poco alejados, pero pronto comenzaron a acercarse al ver lo felices que estaban Joaquín, Lila y Mateo.
"¿Podemos jugar también?" - preguntó una niña tímida.
"Claro que sí, mientras más seamos, más nos divertimos!" - respondió la abuela.
Poco a poco, los chicos del barrio se unieron a la fiesta y el picnic se convirtió en la mejor actividad del año. Jugaron, rieron, y conocieron a la abuela Rosa, quien les enseñó que la belleza verdaderamente reside en el corazón.
Más tarde, mientras todos estaban sentados a la sombra de un árbol, uno de los niños dijo:
"¿Por qué no invitan a otros a conocer a la abuela?"
"¡Sí! Todos deberían saber lo maravillosa que es" - dijo Joaquín.
Esa idea los emocionó tanto, que decidieron organizar una fiesta de amigos cada semana en la casa de la abuela. Se volvieron la sensación del pueblo y en cada rincón se hablaba de La Abuela Fea, no como una mujer extraña, sino como una amiga maravillosa.
A través del color y la alegría, los niños aprendieron que la verdadera belleza no se mide por los estándares de la apariencia, sino por la bondad, la magia de la amistad y el corazón abierto de quienes nos rodean. Y así, "La Abuela Fea" dejó de ser solo un apodo, y se convirtió en un símbolo del amor y la amistad en el pueblo.
Desde ese día, los chicos jamás olvidaron lo que significa el verdadero valor en una persona y, por supuesto, también se deshicieron de esos prejuicios que antes tenían. La abuela Rosa les enseñó a ver más allá de lo superficial y a disfrutar de la amistad y el cariño que nos ofrecen aquellos que son diferentes a nosotros. Así, crearon un lazo que duraría por siempre, una hermosa familia de amigos.
FIN.