La abuela Pina cambia su corazón


Había una vez una abuela llamada Pina, que era conocida por ser muy malvada y egoísta. Siempre estaba pensando en sí misma y nunca se preocupaba por los demás.

Vivía sola en su casa con su perra Keicha, a quien trataba bastante bien pero solo porque le daba compañía. Un día, mientras preparaba la comida en su gran holla redonda, decidió sacar a Keicha a dar un paseo por el parque.

La perra estaba muy emocionada y movía la cola sin cesar mientras caminaban juntas hacia el parque. Al llegar al parque, Keicha corrió felizmente por el césped mientras Pina se sentaba en un banco para descansar.

Fue entonces cuando algo inesperado ocurrió: un grupo de niños pequeños se acercaron a ella y comenzaron a hablarle amigablemente. "Hola señora ¿cómo está?" -preguntó uno de los niños.

Pina no estaba acostumbrada a recibir atención de los demás, así que se sorprendió mucho al ver que estos niños querían hablar con ella. Decidió responderles educadamente y pronto comenzaron a charlar sobre sus vidas y cosas interesantes del mundo.

Mientras tanto, Keicha seguía jugando con los niños e incluso les enseñaba algunos trucos divertidos que había aprendido gracias al amor que recibía de Pina. La abuela malvada observó todo esto con asombro y comenzó a sentir algo diferente dentro de ella.

"Creo que estoy disfrutando estar aquí afuera con ustedes" -dijo Pina sonriendo tímidamente"nunca había hablado con gente tan amable como ustedes". Los niños se alegraron al escuchar esto y pronto comenzaron a jugar juntos.

Pina incluso les ofreció algunos dulces que había preparado en su holla redonda, demostrando que podía ser generosa y compartir con los demás. Al final del día, cuando regresó a casa con Keicha, Pina se dio cuenta de lo equivocada que había estado todo este tiempo.

Había pasado toda su vida siendo cruel y egoísta, pero gracias a esos niños amables había descubierto algo nuevo: la felicidad de compartir momentos con otros. Desde ese día en adelante, Pina decidió cambiar su actitud y convertirse en una abuela más amorosa y compasiva.

Comenzó a ayudar a sus vecinos e incluso adoptó otro perro para hacerle compañía a Keicha. Así termina esta historia inspiradora sobre cómo el amor y la bondad pueden cambiar incluso al corazón más malvado.

Nunca es tarde para aprender de nuestros errores y empezar de nuevo.

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