La Abuela Valiente y Sus Gallinas Aventureras



Érase una vez, en un pequeño pueblo en Argentina, una abuela llamada Clara. Clara era una mujer increíble que había viajado a muchos lugares del mundo, trabajado en diferentes oficios y celebrado amorosamente a sus nietos como si fueran sus tesoros más valiosos. Todos en el pueblo conocían a Clara, no solo por las historias fascinantes de sus aventuras, sino también por su eterna sonrisa, incluso cuando los días eran difíciles.

Un día, mientras cuidaba de sus gallinas en el gallinero, Clara se encontró con su nieto, Lucas. Lucas, un chico curioso de ocho años, siempre quería saber más sobre las historias de su abuela.

"Abuela, ¿contame sobre la vez que fuiste a Francia?" - preguntó con sus ojos brillantes.

"Ah, Francia... ¡qué lugar maravilloso!" - respondió Clara, acomodándose la pañuelo en la cabeza. "Recorrí las calles de París, disfruté de los croissants y vi la Torre Eiffel iluminarse en la noche. Pero lo más bonito fue ver el amor de la gente, ¡donde sea que vayas, el amor siempre está presente!"

Lucas sonrió ampliamente, imaginándose los brillantes faros de París, pero algo lo preocupaba. Clara había pasado por una cirugía recientemente y aunque siempre lucía feliz, Lucas notaba que a veces se quejaba de un pequeño dolor.

"¿No te lastima cuidar de las gallinas, abuela?" - preguntó Lucas, con un tono de preocupación.

"¡Ay, querido!" - exclamó Clara, "el dolor puede estar, pero es un pequeño precio por la alegría que siento al verlas corretear. Y además, son mis compañeras, me hacen sonreír todos los días."

Un día, mientras Clara y Lucas estaban en el gallinero, algo inesperado sucedió. Una de sus gallinas, llamada Pinta, comenzó a cacarear fuertemente, corriendo de un lado a otro.

"¿Qué le pasará a Pinta?" - preguntó Lucas, preocupado.

"¡Vamos a averiguarlo!" - dijo Clara con determinación.

Siguieron a Pinta hasta un pequeño bosque detrás de su casa. Ahí encontraron una entrada oscura.

"No sé si deberíamos entrar, abuela..." - murmuró Lucas, un poco asustado.

"No hay que tener miedo, niño. A veces las aventuras están más allá del bosque. Ven, te prometo que estaré a tu lado."

Con un profundo respiro, Lucas decidió seguir a su abuela. Juntos se adentraron en el bosque siguiendo a Pinta, que parecía guiarlos. De repente, vieron una cueva brillante llena de coloridos cristales.

"¡Guau!" - exclama Lucas maravillado. "No tenía idea de que esto existía."

"Es asombroso, ¿verdad? A veces las cosas más hermosas están ocultas, solo hay que atreverse a buscarlas."

"¿Podemos llevar un cristal a casa, abuela?"

"Claro, pero recuerda que la verdadera belleza está en la experiencia, no en tener posesiones. Lo que llevemos en nuestros corazones es lo que importa más."

Decidieron recoger un pequeño cristal y, cuando se dieron la vuelta para irse, notaron que Pinta no estaba.

"¿Dónde se fue Pinta?" - gritó Lucas, asustándose nuevamente.

"No te preocupes, es inteligente. Vamos a buscarla juntos."

Lucas y Clara siguieron el sonido de Pinta, que parecía estar culebreando por el bosque. Finalmente, la encontraron saltando sobre unos brillantes hongos.

"Mirá, Lucas, ¡está jugando! Las gallinas son aventureras como nosotros." - dijo Clara riendo.

"Es verdad, abuela. ¡Pinta está mostrando que la diversión puede ser parte de cada día!"

"Así es, hijo. La vida está llena de sorpresas, y siempre que estemos juntos, podemos enfrentarlo todo. Ahora, vamos a regresar y preparar una deliciosa tortilla con los huevos frescos de nuestras gallinas."

Regresaron a casa con el cristal, una anécdota maravillosa y mucha felicidad. Clara sabía que cada momento compartido no solo era una enseñanza para Lucas, sino también un recordatorio de su valentía y amor.

"Abuela, cada vez me doy cuenta de lo genial que sos. ¡Gracias por enseñarme a ser valiente!" - dijo Lucas con una sonrisa mientras comían la tortilla.

"Lo único que hay que hacer es seguir adelante, querido, y disfrutar de cada rincón del camino. Siempre habrá dolor, pero también sonrisas, aventuras y amor. Eso es lo más importante de la vida."

Y así, con cada historia y con cada aventura, Clara seguía viviendo una vida plena y llena de amor, enseñándole a su querido nieto que con valentía y compañía, siempre hay lugar para la alegría.

FIN.

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