La Abuelita Roja y el Lobo Perdido



Era un día soleado en el bosque cuando La Abuelita Roja, famosa por su canasta llena de delicias, decidió salir a dar un paseo. Mientras caminaba entre los árboles, disfrutando del canto de los pájaros, escuchó un pequeño llanto.

- ¿Qué es eso? - se preguntó, intrigada.

Siguiendo el sonido, llegó a un claro y allí, entre las hojas, encontró a un lobo chiquito, tierno y temeroso, que se sentaba solo.

- ¡Hola, pequeño! - dijo La Abuelita Roja, acercándose con cuidado. - ¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?

- Estoy perdido - respondió el lobo, con su vocecita temblorosa. - Me alejé de mi manada jugando y ahora no sé cómo volver a casa.

La Abuelita Roja, aunque había escuchado historias sobre lobos feroces, sintió empatía por aquel pequeño que sólo quería encontrar a su familia.

- No te preocupes, yo te ayudaré a volver a tu hogar - dijo con una sonrisa. - ¿Cómo te llamas?

- Me llamo Lobo Lucas - contestó el lobo, limpiándose las lágrimas con su patita.

- Muy bien, Lobo Lucas. Vamos a buscar a tu manada. ¿Te gustaría que te acompañe?

Lucas asintió entusiasmado, y juntos comenzaron a caminar por el bosque. Mientras avanzaban, La Abuelita Roja le contaba historias sobre el bosque y sus habitantes. Lucas, a su vez, le mostró a la abuela los lugares donde los animales jugaban y se escondían.

De pronto, se encontraron con una familia de ciervos que miraban con curiosidad.

- ¡Hola, ciervos! - saludó La Abuelita Roja. - ¿Han visto a la manada del pequeño Lobo Lucas?

- No hemos visto lobos por aquí, pero si seguimos hacia el río, tal vez podamos encontrarlos - respondió uno de los ciervos, moviendo su cabeza.

Lucas se sintió alentado y continuaron su camino. Al llegar al río, La Abuelita Roja le dijo:

- ¿Sabes, Lucas? El río es un lugar especial. Todos los animales vienen aquí a beber agua y a jugar. ¿Te gustaría intentar buscar a tu manada en el agua?

Lucas, emocionado, se acercó al borde del río y empezó a llamar:

- ¡Manada, manada! ¡Soy yo, Lobo Lucas!

Pero en lugar de su manada, lo que apareció fue un grupo de patos que lo miraron extrañados.

- ¡Eres un lobo muy pequeño! - dijo un pato. - No deberías estar solo aquí.

- Estoy buscando a mi familia - explicó Lucas, sintiéndose un poco triste.

La Abuelita Roja lo animó:

- No te desesperes, Lucas. Todos tenemos momentos en que nos sentimos perdidos. Lo importante es seguir adelante y pedir ayuda.

Entonces, un ave que estaba descansando en una rama se acercó y dijo:

- Yo vi una manada de lobos cerca de la cueva del monte. Si siguen ese camino, podrían encontrarlos.

El corazón de Lucas se llenó de esperanza.

- ¡Vamos! - exclamó, moviendo su colita.

Caminaron juntos hacia la cueva del monte, hablando y riendo. Finalmente, llegaron a la cueva. Desde dentro, se escucharon ladridos y gritos que sonaban familiares.

- ¡Es mi manada! - gritó Lucas, corriendo hacia la entrada.

Cuando los lobos vieron a Lucas, corrieron a abrazarlo.

- ¡Lucas! ¡Estábamos tan preocupados por vos! - dijeron todos al unísono.

La Abuelita Roja sonrió al ver la reencuentro y decidió presentarse:

- Hola, soy La Abuelita Roja. ¡He ayudado a tu pequeño a regresar!

Los lobos le dieron las gracias y le prometieron cuidar siempre de Lucas.

- ¡Nunca volverás a irte lejos sin avisar! - le dijo uno de los lobos, acariciándole la cabeza.

Lucas miró a La Abuelita Roja con gratitud.

- Gracias por ayudarme a encontrar mi camino de vuelta. ¡Eres la mejor!

- Recuerda, Lucas - le advirtió La Abuelita Roja - en el camino de la vida, siempre habrá personas dispuestas a ayudar. Nunca dudes en pedir ayuda si te sientes perdido.

Y así, Lucas no solo encontró a su manada, sino también una nueva amiga en La Abuelita Roja, quien continuó sus paseos por el bosque, siempre lista para ayudar a aquellos que lo necesitaban.

A partir de ese día, Lobo Lucas aprendió que aunque a veces puede ser fácil perderse, es importante ser valiente, pedir ayuda y nunca dejar de buscar lo que es importante para uno. El bosque, lleno de maravillas y amistades, se convirtió en su hogar lleno de nuevas aventuras.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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