La acróbata en ciernes
Inés era una niña muy alegre y siempre tenía una sonrisa en su rostro.
Le encantaba bailar al ritmo de la música que escuchaba en la radio, y no podía evitar mover sus pies y sus manos cada vez que escuchaba una canción.
Un día, mientras bailaba en su habitación, su mamá Vale entró y le preguntó: "¿Te gustaría probar algo nuevo? He oído hablar de un club donde enseñan gimnasia artística, ¿quieres ir a ver qué tal es?". Inés se emocionó muchísimo ante la idea de aprender algo nuevo y aceptó sin dudarlo.
Al llegar al club, quedó impresionada por todo lo que vio: había un montón de niños saltando sobre colchonetas, haciendo piruetas en el aire y practicando movimientos increíblemente difíciles. La entrenadora del club se acercó a Inés para darle la bienvenida y le preguntó si quería intentar hacer algunos ejercicios.
A pesar de que estaba un poco nerviosa al principio, Inés se divirtió mucho durante toda la clase e incluso logró hacer algunas acrobacias básicas. Desde ese día, Inés comenzó a asistir regularmente al club de gimnasia artística.
Se esforzaba mucho por mejorar cada día más sus habilidades y estaba feliz cada vez que lograba dominar algún ejercicio nuevo. Un día, su entrenadora anunció que habría un festival en el pueblo donde todos los niños del club podrían mostrar todo lo que habían aprendido.
Inés estaba emocionadísima ante esta noticia: ¡finalmente tendría la oportunidad de demostrarle a todos sus amigos y familiares lo que había logrado! El día del festival llegó y el lugar estaba lleno de gente.
Inés se sentía un poco nerviosa, pero sabía que había trabajado duro para llegar hasta allí. Cuando finalmente llegó su turno, subió al escenario con una gran sonrisa en su rostro.
Comenzó a hacer sus acrobacias con gracia y habilidad, moviéndose al ritmo de la música con elegancia y precisión. La multitud estaba impresionada por su talento y no podían dejar de aplaudir cada vez que hacía algo nuevo. Cuando terminó su presentación, Inés bajó del escenario sintiéndose llena de energía positiva y orgullosa de sí misma.
Su mamá Vale la abrazó fuerte y le dijo: "¡Eso estuvo increíble! Nunca dejaste de esforzarte por ser mejor cada día, ¡y hoy demostraste todo lo que eres capaz de hacer!".
A partir de ese momento, Inés siguió practicando gimnasia artística con aún más dedicación e inspiración. Sabía que tenía un talento especial para este deporte y estaba decidida a seguir mejorando siempre.
Y así fue como Inés descubrió una nueva pasión en su vida gracias al apoyo incondicional de su mamá Vale, su entrenadora y sus compañeros del club. Una historia inspiradora sobre cómo nunca es tarde para probar cosas nuevas y descubrir nuestro propio talento.
FIN.