La alegría de compartir



Había una vez un niño llamado Pepe que vivía en un pequeño pueblo. Pepe era un niño muy alegre y curioso, siempre estaba buscando nuevas aventuras para divertirse.

Pero lo que más le emocionaba era el día del niño, cuando todos los niños recibían regalos especiales. El día del niño estaba a punto de llegar y Pepe no podía contener su emoción. Cada noche antes de dormir, se imaginaba qué tipo de regalo le gustaría recibir.

Soñaba con juguetes nuevos, libros interesantes y muchas cosas más. Un día, mientras caminaba por el parque, Pepe vio a un grupo de niños jugando fútbol. Se acercó corriendo y les preguntó si podía unirse a ellos.

Los niños aceptaron encantados y pronto estaban divirtiéndose mucho. Después de jugar por un rato, uno de los niños llamado Juanito le preguntó a Pepe: "¿Qué te gustaría recibir en el día del niño?".

Pepe sonrió y respondió: "Me encantaría recibir muchos regalos, pero también me gustaría hacer algo especial por alguien más". Los demás niños se quedaron sorprendidos por la respuesta de Pepe. Le pidieron que explicara qué quería decir con eso.

Entonces, Pepe les contó sobre una campaña solidaria que había escuchado en la radio donde recolectaban juguetes usados para donarlos a otros niños que no tenían la misma suerte. Todos los niños quedaron impresionados por la idea de ayudar a otros niños necesitados.

Decidieron organizar una colecta en el pueblo para reunir juguetes y donarlos en el día del niño. Pepe se sintió muy feliz al ver cómo los demás niños se unían a su causa.

Juntos, colocaron carteles por todo el pueblo invitando a la gente a donar juguetes usados. También visitaron las escuelas y comercios para pedir colaboración.

El día del niño finalmente llegó y Pepe estaba emocionado por dos razones: esperaba recibir regalos especiales, pero también estaba ansioso por entregar los juguetes que habían recolectado a los niños necesitados. Por la mañana, Pepe recibió algunos regalos realmente geniales.

Pero en lugar de quedarse en casa disfrutándolos, decidió ir con sus amigos al hospital local para repartir los juguetes a los niños enfermos. Al llegar al hospital, Pepe y sus amigos fueron recibidos con sonrisas y alegría. Los niños enfermos estaban encantados de recibir nuevos juguetes que les ayudarían a pasar mejor su tiempo allí.

Después de repartir todos los juguetes, Pepe se dio cuenta de algo maravilloso: aunque no había recibido muchos regalos materiales ese día, había experimentado una felicidad mucho mayor al ayudar a otros niños.

Se dio cuenta de que hacer el bien era la verdadera clave para ser feliz. A partir de ese día, Pepe siguió buscando maneras de ayudar a quienes lo necesitaran. Aprendió que compartir y ser solidario era mucho más valioso que cualquier regalo material.

Y así fue como el niño Pepe descubrió la magia del día del niño: no solo era un día para recibir regalos, sino también para dar amor y alegría a los demás.

A partir de entonces, cada año, Pepe y sus amigos organizaron una colecta de juguetes para ayudar a los niños necesitados, recordando siempre que la verdadera felicidad radica en hacer el bien.

FIN.

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