La alegría de Lolo en Villa Risueño
Había una vez en el pueblo de Villa Risueño, un payaso llamado Lolo que siempre hacía reír a todos con sus trucos y bromas.
Un día, Lolo recibió una invitación muy especial: ¡una fiesta en honor al Día de la Alegría! Estaba emocionado por asistir y llevar su dosis extra de diversión. Al llegar a la fiesta, Lolo se encontró con muchos niños y niñas vestidos con colores brillantes y sonrisas enormes.
La música alegre llenaba el ambiente y los juegos estaban por comenzar. Lolo no podía esperar para unirse a la diversión. "¡Hola, soy Lolo el payaso! ¿Puedo jugar con ustedes?" -preguntó entusiasmado.
Los niños lo miraron sorprendidos al principio, pero luego estallaron en risas y aplausos. Todos querían jugar con él. Durante las actividades, Lolo demostró su habilidad para hacer malabares, contar chistes graciosos y pintar caritas. Los niños se divertían tanto que parecía que el tiempo volaba.
De repente, un pequeño niño llamado Tomi se acercó tímidamente a Lolo. Tenía los ojos tristes y parecía estar pasando un mal momento. "¿Qué te pasa, Tomi? ¿No estás disfrutando la fiesta?" -preguntó preocupado el payaso.
Tomi suspiró y confesó que le costaba hacer amigos porque era nuevo en el pueblo y no conocía a nadie. Lolo sonrió amablemente y le tendió la mano a Tomi. "¡Entonces seremos amigos! Juguemos juntos y verás lo divertido que puede ser hacer nuevos amigos".
Así fue como Lolo pasó el resto de la fiesta enseñándole trucos de magia a Tomi, animándolo a participar en los juegos e incluyéndolo en todas las actividades junto al resto de los niños.
Al finalizar la fiesta, Tomi abrazó fuertemente a Lolo con una gran sonrisa en su rostro. "Gracias por mostrarme lo importante que es tener amigos y divertirse juntos", dijo emocionado. Lolo también estaba feliz.
Había descubierto que más allá de hacer reír a todos con sus bromas, también podía alegrar corazones haciéndoles sentir acompañados y queridos.
Desde ese día, Lolo siguió visitando Villa Risueño para compartir su alegría con todos los niños del pueblo, recordándoles siempre que la verdadera diversión está en disfrutarla junto a buenos amigos.
FIN.