La alegría de Matilda
Un hermoso día de sol, Matilda se despertó llena de energía y alegría. No podía esperar para disfrutar del día junto a su mamá Ailén y su papá Juan.
Decidieron hacer un picnic en el parque y pasar la tarde al aire libre. Mientras se preparaban, la abuela Mónica llegó emocionada a la casa. Había una sorpresa especial para Matilda: iban a visitar a su bisabuela Pura, quien vivía en un pequeño pueblo lejos de la Ciudad.
Matilda había escuchado muchas historias sobre su bisabuela Pura. Era una mujer muy sabia y amorosa, que siempre tenía una sonrisa en el rostro. Estaba ansiosa por conocerla y aprender de ella.
Con las mochilas llenas de comida deliciosa y mantas para sentarse en el césped, emprendieron el viaje hacia el pueblo donde vivía Pura. El camino era largo, pero Matilda no dejaba de cantar y bailar en el asiento trasero del auto.
Finalmente, llegaron al pueblo y fueron recibidos con los brazos abiertos por Pura. La bisabuela tenía una casa rodeada de flores coloridas y un jardín lleno de árboles frutales.
"¡Bienvenida, querida Matilda! Me alegra tanto verte", dijo Pura con ternura mientras abrazaba a su bisnieta. Matilda quedó maravillada con la belleza del lugar y rápidamente se hizo amiga de los animales que correteaban por el jardín. Pasaron horas jugando e explorando juntas.
A medida que caía la tarde, Pura invitó a Matilda a sentarse junto a ella en un rincón especial del jardín. Mientras el sol se ponía, Pura comenzó a contarle historias antiguas y enseñanzas de vida. "Matilda, la vida está llena de alegrías y desafíos.
El secreto está en aprender a disfrutar cada momento y encontrar siempre motivos para sonreír", dijo Pura con sabiduría. "Pero bisabuela, ¿cómo puedo hacer eso?", preguntó Matilda curiosa.
Pura le explicó que la felicidad no depende de las circunstancias externas, sino de cómo uno decide enfrentarlas. Le habló sobre la importancia de mantener una actitud positiva y buscar el lado bueno en cada situación.
"Además, mi querida Matilda, nunca olvides que la música y el baile son dos grandes aliados para llenar nuestra alma de alegría", agregó Pura con una sonrisa. Matilda comprendió que ser feliz no significa evitar los momentos difíciles, sino aprender a superarlos con valentía y optimismo.
Prometió recordar siempre las enseñanzas de su bisabuela Pura e intentar ponerlas en práctica todos los días. El tiempo pasó volando mientras compartían risas y abrazos. Llegó el momento de despedirse y regresar a casa.
Todos estaban tristes por tener que separarse, pero sabían que llevarían consigo el amor y las lecciones aprendidas durante ese día tan especial. Mientras conducían de regreso a la Ciudad, Matilda miraba por la ventana con una sonrisa dibujada en su rostro.
Había descubierto el verdadero significado de la felicidad y estaba decidida a vivir cada día con alegría, cantando y bailando al compás de su corazón. Y así, Matilda regresó a casa llena de inspiración y motivación para disfrutar cada momento de su vida.
A partir de ese día, se convirtió en una niña aún más alegre y divertida, contagiando su entusiasmo a todos los que la rodeaban. Fin.
FIN.