La alegría de Saltaba



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Verbolandia, donde todos los habitantes eran verbos. Vivían felices y contentos, pero había un grupo de verbos que siempre se sentían tristes y desanimados.

En el centro del pueblo, se encontraba la Plaza de los Verbos, donde todos solían reunirse para conversar y jugar. Un día soleado, mientras jugaban al fútbol, apareció un verbo nuevo llamado Saltaba. Saltaba era muy alegre y divertido, siempre saltando de aquí para allá.

Saltaba decidió acercarse al grupo de verbos tristes para animarlos. Se acercó a Caminaba y le dijo: "¡Hola! ¿Por qué estás tan triste?"Caminaba suspiró y respondió: "Siempre camino sin rumbo fijo.

Me gustaría tener una meta clara en mi vida". Saltaba sonrió y exclamó: "¡No te preocupes! Si quieres puedes acompañarme mientras yo salto por todas partes. Así podrás sentir la emoción de moverte con alegría".

Caminaba aceptó la propuesta de Saltaba y juntos comenzaron a saltar por todo el pueblo. Mientras saltaban, se encontraron con Cantaba, quien estaba llorando. Saltaba se acercó a Cantaba y preguntó: "¿Por qué estás tan triste?"Cantaba sollozando respondió: "Me siento muy insegura cantando en público.

Temo que nadie me escuche o no les guste mi voz". Saltaba tomó su mano amigablemente y le dijo: "Vamos a saltar juntas mientras tú cantas una hermosa canción. Así podrás sentirte libre y segura de tu talento".

Cantaba aceptó la propuesta y los tres verbos comenzaron a saltar y cantar por todo Verbolandia. Mientras disfrutaban de su diversión, se encontraron con Jugaba, quien estaba sentado en un rincón sin hacer nada.

Saltaba se acercó a Jugaba y le preguntó: "¿Por qué estás tan triste?"Jugaba suspiró y respondió: "Siempre juego solo porque nadie quiere jugar conmigo. Me siento muy solitario". Saltaba sonrió y exclamó: "¡No te preocupes más! Vamos a saltar juntos mientras jugamos al escondite.

Así podrás tener nuevos amigos y disfrutar de la compañía". Jugaba emocionado aceptó la propuesta y los cuatro verbos empezaron a saltar y jugar al escondite por todo el pueblo.

A medida que pasaban el tiempo, Caminaba, Cantaba y Jugaba comenzaron a sentirse más felices y confiados. Un día, mientras saltaban en la Plaza de los Verbos, apareció una nube oscura sobre ellos. Era Tronada, un verbo que siempre estaba enfadado.

Tronada gritó: "-¡Dejen de saltar! ¡No tienen motivos para estar felices!". Saltaba se acercó valientemente a Tronada y le dijo: "-Todos tenemos razones para ser felices. Solo necesitas encontrar algo que te haga sentir bien". Tronada miró sorprendido a Saltaba e hizo una pausa para reflexionar.

Después de un momento, sonrió tímidamente y dijo: "-Quizás debería intentar saltar y ver si eso me hace sentir mejor". Saltaba, Caminaba, Cantaba y Jugaba se acercaron a Tronada y juntos comenzaron a saltar por todo Verbolandia.

A medida que saltaban, la nube oscura sobre Tronada se disipó lentamente, dejando paso a un cielo despejado. Desde ese día, todos los verbos de Verbolandia aprendieron que siempre hay algo que nos puede hacer felices.

Ya sea caminar con una meta clara, cantar con seguridad, jugar en compañía o simplemente saltar para liberar las preocupaciones. Y así vivieron felices y contentos en Verbolandia, donde los verbos terminados en —"aba"  encontraron su propia forma de ser felices.

FIN.

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