La alegría escondida en Alegría


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Alegría, dos personajes muy especiales: la tristeza y doña Soledad. Ambas vivían juntas en una casita al borde del bosque, alejadas de todos los demás habitantes del pueblo.

La tristeza era una niña con ojos grandes y tristes, siempre envuelta en una nube gris que la seguía a todas partes.

Doña Soledad, en cambio, era una anciana con arrugas profundas en el rostro y una mirada melancólica que parecía perdida en recuerdos lejanos. Un día, cansadas de sentirse tan solas y tristes, la tristeza y doña Soledad decidieron emprender un viaje juntas por el bosque encantado que rodeaba su hogar.

"¿Crees que encontraremos la alegría en algún lugar?", preguntó la tristeza con voz temblorosa mientras caminaban entre los árboles mágicos. "Quizás no la encontremos afuera, sino dentro de nosotras mismas", respondió doña Soledad con sabiduría. "Pero ¿cómo podemos hacer eso?", inquirió la tristeza con curiosidad.

"Debemos aprender a apreciar las pequeñas cosas hermosas que nos rodean cada día", explicó doña Soledad mientras señalaba las flores silvestres que crecían a su alrededor.

Así, durante su viaje por el bosque encantado, la tristeza y doña Soledad comenzaron a descubrir la belleza de las cosas simples: el canto de los pájaros al amanecer, el susurro del viento entre las hojas de los árboles, el brillo de las estrellas en el cielo nocturno.

Poco a poco, la nube gris que seguía a la tristeza se fue disipando hasta desaparecer por completo, revelando unos ojos brillantes llenos de asombro y gratitud.

Por su parte, las arrugas del rostro de doña Soledad parecían haberse suavizado, dejando ver una sonrisa serena y tranquila. Al regresar a su casita al borde del bosque, la tristeza y doña Soledad ya no se sentían solas ni melancólicas.

Habían aprendido a encontrar la alegría en las pequeñas cosas cotidianas y habían descubierto que juntas podían enfrentar cualquier desafío con valentía y optimismo.

Y así fue como la tristeza y doña Soledad se convirtieron en las guardianas del bosque encantado, compartiendo su sabiduría con todos los habitantes del pueblo de Alegría y recordándoles que incluso en los momentos más oscuros siempre hay espacio para la luz y la esperanza.

Dirección del Cuentito copiada!
1