La alianza salvaje



Había una vez en la selva un grupo de animales feroces que vivían juntos en armonía.

Entre ellos se encontraba Leo, el león valiente y líder del grupo; Rita, la tigresa ágil y astuta; Pancho, el oso fuerte y amigable; Luna, la pantera veloz y misteriosa; y Pipo, el mono travieso y divertido. Un día, llegó a la selva un grupo de cazadores furtivos que comenzaron a capturar a los animales para venderlos a circos o zoológicos.

Los animales feroces se dieron cuenta de la amenaza que representaban los cazadores y decidieron unir fuerzas para protegerse unos a otros. Leo reunió al grupo en una asamblea urgente.

"Tenemos que trabajar juntos para detener a estos cazadores furtivos antes de que sea demasiado tarde", dijo con determinación. Rita propuso tenderles una trampa: simularían estar indefensos para atrapar a los cazadores desprevenidos. Pancho sugirió usar su fuerza para derribar las jaulas donde encerraban a los animales capturados.

Luna propuso utilizar su velocidad para distraer a los cazadores mientras los demás actuaban. Y Pipo prometió hacer travesuras para confundirlos. Así fue como planearon su estrategia y esperaron pacientemente la llegada de los cazadores furtivos.

Cuando finalmente aparecieron con sus redes y jaulas, los animales feroces pusieron su plan en acción. Luna corrió velozmente entre los árboles llamando la atención de los cazadores, mientras Pancho derribaba las jaulas con un solo golpe de sus poderosas garras.

Pipo aprovechó la distracción causada por Luna para robar las llaves de las jaulas y liberar a todos los animales capturados. Rita acechaba desde las sombras lista para atacar si alguno de los cazadores intentaba hacerles daño.

Los cazadores furtivos quedaron sorprendidos al ver cómo aquellos supuestos "animales feroces" trabajaban en equipo para protegerse mutuamente. Rápidamente fueron neutralizados por el ingenioso plan del grupo y terminaron huyendo despavoridos sin lograr capturar ni un solo animal.

Una vez que estuvieron seguros de haber ahuyentado a los cazadores, Leo reunió nuevamente al grupo bajo un frondoso árbol en medio de la selva. "Hemos demostrado que cuando trabajamos juntos podemos superar cualquier desafío", les dijo con orgullo.

Los demás asintieron felices por haber salvado no solo sus vidas sino también su hogar en la selva.

A partir de ese día, aquellos animales feroces se convirtieron en verdaderos amigos inseparables, dispuestos siempre a ayudarse unos a otros ante cualquier adversidad que pudiera presentarse en su camino.

FIN.

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