La almohadita olvidada


Había una vez una niña llamada Juli, de cinco años, que tenía una almohadita muy especial. Esta almohadita era su compañera inseparable y la llevaba a todas partes.

No importaba si iba al parque, a la tienda o incluso a la escuela, Juli siempre tenía su almohadita con ella. Un día, mientras jugaba en el parque con su hermanito Tomi, Juli se dio cuenta de que había olvidado su almohadita en casa. Se sintió triste y preocupada.

"¿Cómo voy a jugar sin mi almohadita?", pensó. Tomi notó la tristeza de su hermana y le dijo: "No te preocupes, Juli. Podemos encontrar algo más para jugar".

Juntos buscaron en el parque algo que pudiera reemplazar la almohadita. Encontraron hojas secas para hacer un montón y saltar sobre ellas como si fuera un colchón. También encontraron palitos para construir una cabaña imaginaria.

Juli se dio cuenta de que aunque no tuviera su almohadita, todavía podía divertirse y usar su imaginación para crear juegos nuevos. Aprendió que las cosas materiales son importantes pero no imprescindibles para ser feliz. Días después, Juli fue invitada a un cumpleaños en casa de su amiga Sofi.

Estaba emocionada por asistir a la fiesta pero también se preguntaba si debería llevar su querida almohadita. Decidió dejarla en casa esta vez ya que pensó que podría ser incómodo llevarla a un lugar desconocido.

Cuando llegó al cumpleaños de Sofi, todos los niños estaban jugando a la soga. Juli se unió al juego y se divirtió muchísimo. Se dio cuenta de que podía hacer amigos y disfrutar de las actividades sin su almohadita.

Mientras compartían la merienda, una niña llamada Micaela se acercó a Juli y le preguntó por qué siempre llevaba su almohadita a todas partes. Juli explicó que era su objeto especial y le daba seguridad.

Micaela sonrió y dijo: "¡Qué lindo tener algo que te haga sentir seguro! A mí me gusta llevar mi osito de peluche".

Juli comprendió entonces que cada persona tiene algo especial que les hace sentir seguros o felices, ya sea una almohadita, un osito de peluche o cualquier otra cosa. Todos somos diferentes pero eso no significa que no podamos entender y respetar lo que es importante para los demás.

A partir de ese día, Juli siguió llevando su almohadita a todos lados pero también aprendió a dejarla en casa cuando era necesario. Descubrió el valor de adaptarse a nuevas situaciones y compartir momentos especiales con sus amigos.

La historia de Juli nos enseña sobre la importancia del apego hacia ciertas cosas pero también nos muestra cómo podemos encontrar diversión y felicidad más allá de ellas. Nos recuerda que cada uno tiene sus propias necesidades emocionales y debemos ser comprensivos con eso.

Y así, Juli creció rodeada del amor de su familia, los juegos con sus amigos y siempre acompañada por su querida almohadita, recordándole lo valiente y adaptable que puede ser en cualquier situación.

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