La amiga enferma y el regalo sorpresa


Hoy es mi primer día de colegio y estoy muy emocionado. Me levanté temprano, me vestí con mi uniforme nuevo y desayuné rápido.

Mi mamá me llevó en auto hasta la puerta del colegio, donde había muchos niños y niñas haciendo fila para entrar. - Hola, ¿cómo estás? - me saludó un niño que estaba detrás de mí. - Bien, gracias. Es mi primer día aquí - le respondí nervioso. - ¡Genial! Yo también empecé hoy.

¿En qué grado estás? - En primer grado - dije sonriendo. Finalmente llegamos a la puerta del colegio y nos recibió una maestra muy amable que nos indicó el camino al aula.

El salón era grande y estaba lleno de pupitres, pizarrones y carteles coloridos en las paredes. La maestra nos presentó a todos los compañeros de clase y comenzamos a hacer actividades divertidas para conocernos mejor. Jugamos al "teléfono descompuesto", hicimos dibujos juntos y contamos chistes.

Pero luego vino el momento más difícil: la hora del recreo.

No conocía a nadie más allá del niño con el que había hablado en la fila por la mañana, así que me sentía un poco perdido entre tantos juegos diferentes que hacían los otros niños. De repente, se acercó una niña con trenzas rubias muy largas:- Hola, soy Sofi - dijo sonriendo-. ¿Querés jugar conmigo? Me quedé sorprendido por su amabilidad pero acepté encantado su invitación.

Juntos jugamos al fútbol durante todo el recreo y me sentí muy feliz de haber hecho mi primera amiga en el colegio. Los días siguientes pasaron volando, aprendimos muchas cosas nuevas y nos divertimos mucho juntos.

Pero un día, cuando llegué al colegio, Sofi no estaba allí. La maestra nos explicó que había enfermado y tendría que quedarse en casa por unos días. Me sentí triste por ella y decidí hacerle una sorpresa para cuando volviera.

Con la ayuda de mi mamá, hice un dibujo con muchos colores y le escribí una carta deseándole que se recuperara pronto. Finalmente llegó el día en que Sofi regresó al colegio.

Cuando me vio entrar al aula con su dibujo y su carta, sus ojos se llenaron de lágrimas:- ¡Gracias! - dijo emocionada-. No puedo creer que hayas hecho esto por mí. - Claro que sí - le respondí sonriendo-. Los amigos se cuidan entre ellos.

Desde ese día, Sofi y yo nos hicimos inseparables. Jugábamos juntos todos los recreos, hacíamos las tareas juntos después del colegio e incluso íbamos a cumpleaños uno del otro.

Mi primer día de colegio fue inolvidable porque conocí a alguien especial como Sofi. Aprendí que tener amigos es lo más importante para ser feliz en la escuela y en la vida.

Dirección del Cuentito copiada!