La amiga Lara y Damaris
En un hermoso jardín ubicado en lo profundo del campo argentino, vivía una pequeña abeja llamada Damaris. Damaris era conocida por su incansable trabajo recolectando polen y néctar para la colmena. Siempre estaba ocupada, zumbando de flor en flor.
Un día, mientras Damaris buscaba néctar, se encontró con Lara, una simpática mariquita. -Hola, amiguita abeja, ¿cómo estás? -saludó Lara con entusiasmo. -Hola, Lara. Estoy bien, ocupada como siempre. No puedo perder tiempo, debo seguir trabajando -respondió Damaris con prisa.
-Pero Damaris, ¿por qué estás siempre tan apurada? ¿No te gustaría tomarte un descanso y disfrutar un poco del día? -insistió Lara. Damaris reflexionó por un momento. No recordaba la última vez que se había permitido dejar de trabajar.
Finalmente, accedió y se unió a Lara para disfrutar del hermoso jardín. Juntas exploraron cada rincón, observando la belleza de las flores y compartiendo risas. Damaris se dio cuenta de lo mucho que había estado perdiéndose al estar obsesionada con su trabajo.
A partir de ese día, decidió tomarse un tiempo para disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. Sin embargo, un día, una fuerte tormenta azotó el jardín, destruyendo muchas flores.
Damaris sabía que las demás abejas dependerían del polen y néctar de esas flores para sobrevivir. Sin dudarlo, Damaris se puso en acción, visitando otras áreas en busca de néctar y polen para llevar a la colmena. Gracias a su esfuerzo, la colmena logró superar la crisis.
Damaris comprendió entonces la importancia de su trabajo, pero también aprendió a equilibrarlo con momentos de descanso y disfrute.
Lara, por su parte, se convirtió en la compañera fiel de Damaris, recordándole la importancia de detenerse de vez en cuando para disfrutar la vida. Juntas, continuaron explorando el jardín, sabiendo que el equilibrio entre el trabajo y el disfrute era clave para una vida plena.
FIN.