La amistad brillante



Iñigo era un bebé muy especial. Desde que nació, sus ojos brillaban como dos luceros y su sonrisa iluminaba la habitación. Sus papás, Ana y Juan, estaban muy orgullosos de él.

Un día soleado, mientras Iñigo jugaba en su cuna con sus juguetes favoritos, llegó una visita inesperada. Era un pequeño pajarito que había volado hacia adentro por la ventana abierta. El pajarito estaba asustado y no sabía cómo salir de la casa.

Iñigo lo miró con curiosidad y decidió ayudarlo. Con mucha ternura, extendió sus bracitos hacia el pajarito y le dijo:"No te preocupes, amiguito pájaro. Voy a ayudarte a salir".

Iñigo gateó hasta la ventana y trató de abrirla para dejar libre al pajarito. Pero por más que intentaba empujarla, no podía hacerlo. Justo en ese momento apareció el gato de la familia, llamado Pelusa. Pelusa era travieso pero también tenía buen corazón.

Al ver a Iñigo tan decidido a ayudar al pajarito, se acercó lentamente sin hacer ruido. "Hola Pelusa", dijo Iñigo con una sonrisa inocente-. "Necesitamos tu ayuda para abrir la ventana".

Pelusa entendió lo que Iñigo quería hacer y se sentó al lado del bebé frente a la ventana cerrada. Usando sus patitas hábiles, empezó a arañar suavemente el vidrio hasta que finalmente logró abrir un huequito lo suficientemente grande para que el pajarito pudiera escapar.

El pajarito salió volando rápidamente y Iñigo lo siguió con la mirada, lleno de alegría. Pelusa se frotó contra las piernas del bebé como agradecimiento por haberle dado una misión tan importante. Desde ese día, Iñigo, Pelusa y el pajarito se hicieron amigos inseparables.

Juntos exploraban el jardín de la casa y descubrían todas las maravillas que había en él. Un día, mientras jugaban bajo un árbol frondoso, vieron a un pequeño caracol luchando para subir por el tronco resbaladizo.

Iñigo se acercó despacito y le dijo:"No te rindas, amiguito caracol. Si te esfuerzas un poquito más, seguro podrás conseguirlo". El caracol miró a Iñigo con sus ojitos brillantes y decidió hacer caso a su consejo.

Con mucho esfuerzo logró subir hasta lo más alto del árbol. Desde ahí pudo ver todo el hermoso paisaje que rodeaba la casa de Iñigo. El caracol estaba muy agradecido por la ayuda de Iñigo y decidió quedarse cerca del bebé para siempre.

Así fue como se formó una gran familia: Iñigo, Pelusa, el pajarito y el caracol. Juntos aprendieron muchas cosas nuevas cada día. Aprendieron sobre la importancia de ayudar a los demás sin importar cuán pequeños o grandes sean.

Iñigo creció rodeado de amor y amistad gracias a su corazón bondadoso. Y aunque era solo un bebé, enseñó a todos que no importa cuán pequeño seas, siempre puedes hacer grandes cosas.

Y así, Iñigo y su peculiar familia vivieron muchas aventuras juntos. Siempre dispuestos a ayudar y aprender de los demás. Y aunque el tiempo pasara, la amistad entre ellos nunca se desvaneció. Fin.

FIN.

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