La Amistad Brillante


Había una vez un niño llamado Mateo, que vivía en un pequeño pueblo en Argentina. Aunque era inteligente y talentoso, tenía un problema: no sabía sonreír.

Siempre tenía una expresión seria en su rostro, lo cual hacía difícil para los demás acercarse a él. Mateo se sentía muy solo y triste porque no tenía amigos. Pasaba la mayor parte de su tiempo jugando solo en el parque o leyendo libros en la biblioteca.

Pero por más que intentara, simplemente no podía hacer amigos. Un día, mientras caminaba por el parque, Mateo encontró a un perro callejero llamado Max. Max era travieso y juguetón, y siempre llevaba una sonrisa contagiosa en su rostro perruno.

"¡Hola Max!", exclamó Mateo con entusiasmo al ver al perro. Max movió la cola emocionado y se acercó a Mateo ladrando de alegría. Desde ese momento, Mateo y Max se convirtieron en los mejores amigos inseparables.

Mateo solía llevar a Max al parque todos los días, donde jugaban juntos y se divertían mucho. Poco a poco, otros niños del pueblo comenzaron a notar la amistad entre Mateo y Max.

Un día, mientras estaban jugando en el parque, Lucas, uno de los niños del pueblo se acercó curioso hacia ellos:"¿Puedo jugar con ustedes?", preguntó Lucas tímidamente.

Mateo miró sorprendido a Lucas pero rápidamente respondió: "¡Claro! ¡Será divertido tener otro amigo!"Desde ese momento, Lucas se convirtió también en un gran amigo de Mateo y Max. Juntos, los tres exploraban el pueblo, construían fuertes en el parque y se divertían sin parar.

La noticia sobre la amistad entre Mateo, Max y Lucas se extendió rápidamente por el pueblo, y pronto otros niños comenzaron a acercarse a ellos también. Mateo aprendió que no importaba si no podía sonreír como los demás niños. Lo importante era tener amigos verdaderos que lo aceptaran tal como era.

Con el tiempo, Mateo comenzó a sentirse más cómodo con su expresión seria y descubrió que tenía muchas cualidades especiales que hacían de él una persona única.

Desde ese día en adelante, Mateo siempre llevaba consigo una pequeña fotografía de Max con su eterna sonrisa perruna. Cada vez que se sentía triste o solo, miraba la foto recordando lo valioso que es tener amigos verdaderos.

Y así, la historia de Mateo nos enseña que la amistad puede ayudarnos a superar cualquier obstáculo y encontrar nuestra propia felicidad, incluso si no sabemos sonreír como los demás.

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