La Amistad Brillante
Había una vez una niña llamada Lucero, que vivía en un pequeño pueblo. Lucero era muy creativa y le encantaba dibujar, especialmente estrellas y planetas. Un día, mientras paseaba por el parque, se encontró con un niño llamado Sapier. Sapier tenía una gran pasión por los cuentos y las historias. En su mochila, siempre llevaba un cuaderno donde escribía todas sus ideas.
Cuando Lucero lo vio, no pudo evitar sonreír y acercarse a él.
"¡Hola! Soy Lucero. Me encanta dibujar. ¿Te gustaría ver mis dibujos?" - preguntó con entusiasmo.
"¡Hola, Lucero! Soy Sapier. Claro, me encantaría ver tus dibujos" - respondió él, intrigado.
Lucero sacó su cuaderno de dibujos y comenzó a mostrarle sus creaciones. Entre ellas, había un dibujo de una hermosa estrella con una cara sonriente. Sapier quedó maravillado.
"¡Qué lindo! ¡Ese dibujo parece tener vida!" - exclamó él.
"Gracias, Sapier. Y tú, ¿por qué no me cuentas una de tus historias?" - sugirió Lucero, interesada.
Sapier sonrió y comenzó a narrarle sobre un valiente caballero que iba en busca de un tesoro. A medida que hablaba, Lucero se sumergía en su relato, casi podía imaginar la aventura.
Sin embargo, de repente, un viento fuerte sopló, haciendo volar el cuaderno de Sapier hacia un charco.
"¡No!" - gritó Sapier, corriendo tras su cuaderno.
"Espera, Sapier, yo te ayudaré!" - dijo Lucero, siguiéndolo. Ambos trataban de alcanzarlo, pero ya era demasiado tarde, el cuaderno se había empapado.
"¡Oh, no! Mis historias..." - lamentó Sapier, su rostro se tornó triste.
"No te preocupes, Sapier. Podemos crear nuevas historias juntos y hacer que sean aún mejores" - le sugirió Lucero, con una sonrisa alentadora.
Sapier miró a Lucero y, a pesar de la situación, su ánimo comenzó a levantarse.
"Tienes razón, ¡podemos inventar una historia nueva sobre un héroe que pierde su cuaderno, pero encuentra una nueva amiga que lo ayuda!" - exclamó él.
Así, allí mismo, en el parque, comenzaron a inventar juntos una nueva aventura. La historia tomaba forma mientras Lucero dibujaba y Sapier narraba, y ambos reían al crear personajes fantásticos que se enfrentaban a retos y descubrían la importancia de la amistad.
Con el paso del tiempo, Lucero y Sapier se hicieron inseparables. Se encontraban en el parque casi todos los días, creando más historias y dibujos juntos.
Un día, mientras estaban sentados en una banca, Lucero decidió dar un gran paso.
"Sapier, quiero ser tu novia" - dijo, mirando a sus ojos brillantes.
"Yo también quiero ser tu novio, Lucero" - respondió él, sonriendo de oreja a oreja.
Ambos se miraron y se sintieron felices de que su amistad se transformara en algo aún más especial. Sin embargo, en medio de su alegría, un nuevo desafío aparecía en el horizonte.
Una sombra ominosa se cernía sobre el parque. Un grupo de niños había llegado y estaban sintiendo celos de la felicidad de Lucero y Sapier. Empezaron a reírse de ellos.
"¡Miren a esos dos! ¡Como si fueran una pareja de película!" - se burlaron algunos.
Lucero sintió que su corazón se encogía, pero Sapier tomó su mano.
"No dejes que te afecten, Lucero. Somos amigos y eso es lo que importa.
" - le dijo, dándole confianza.
Esa frase resonó en su corazón y, juntas, decidieron demostrar que la verdadera amistad y el amor no se ven afectados por los comentarios de otros.
"¡Hagamos una presentación en el parque sobre la historia que hemos creado!" - sugirió Lucero, emocionada.
"¡Sí! Así presentaremos nuestras historias y a los personajes que hemos creado" - agregó Sapier.
Entonces, empezaron a preparar la presentación. Invitaron a todos los niños del parque y, el día de su narración, no solo hicieron reír a los demás, sino que también los inspiraron a crear sus propias historias.
Al final del día, incluso algunos de los niños que se habían burlado de ellos se acercaron.
"Nos gustó mucho lo que hicieron. ¿Podemos ser parte de sus historias también?" - preguntaron.
"Claro, ¡la amistad se puede construir entre todos!" - dijo Lucero.
Y así, no solo Lucero y Sapier, sino también los otros niños, juntos comenzaron a escribir más cuentos, aprendiendo sobre la importancia de cultivar una amistad sincera y robusta.
De esta manera, Lucero y Sapier no solo se convirtieron en pareja, sino en grandes amigos de un hermoso grupo donde la creatividad, la inclusión y la alegría reinaban.
Y cada vez que miraban hacia las estrellas, recordaban que esa amistad, como las estrellas, siempre encontraría la forma de brillar, incluso en los momentos oscuros.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.