La Amistad Brillante de la Niña Fea
Una vez en un pequeño pueblo, había una niña que todos llamaban "la niña fea". Su nombre era Clara. Clara tenía el cabello desordenado y unas pecas que cubrían su cara, pero lo que más le molestaba a ella eran los comentarios de los demás. A menudo, los chicos del colegio se reían de su apariencia y ella se sentía muy triste.
Un día, mientras paseaba por el parque buscando un lugar tranquilo para leer, escuchó a alguien riendo. Se asomó detrás de un árbol y vio a un grupo de chicos jugando. Sin embargo, se dio cuenta de que también había una niña que estaba un poco apartada, observando desde lejos. Era Agustina, una nueva compañera de clase que siempre parecía estar sonriendo.
Curiosa, Clara se acercó a Agustina y le preguntó: "¿Por qué no jugás con ellos?"
Agustina la miró con una sonrisa. "Porque me gusta observar. A veces, las cosas más divertidas pasan cuando uno se queda quieto y mira."
Clara decidió sentarse junto a ella. Con el tiempo, empezaron a hablar y a conocerse un poco más. "¿Por qué te dicen 'la niña fea'?", le preguntó Agustina con inocencia.
Clara bajó la mirada y dijo: "Porque dicen que no soy bonita. Pero no entiendo por qué eso importa. Yo solo quiero ser feliz y jugar con mis amigos."
Agustina la miró con ternura. "A mí no me importa cómo seas por fuera. Lo que importa es quién sos por dentro. Todos somos como somos, y eso es lo que nos hace especiales. No tenés que hacerle caso a lo que digan los demás."
Esto hizo que Clara sonriera por primera vez en mucho tiempo. "¿En serio pensás eso?"
Agustina asintió. "Sí. Además, yo tengo un amigo que es un poco diferente, y es el mejor amigo que tengo. Se llama Lucas, y siempre me ayuda a ser valiente. Nunca dejes que lo que piensen los demás te quite tu alegría."
Clara sintió que una chispa de esperanza encendía su corazón. Juntas decidieron jugar y se unieron a los demás chicos. Clara, a pesar de sus dudas, comenzó a reír y a divertirse. Esa tarde, se sintió más feliz que nunca, olvidándose de cómo la llamaban.
Sin embargo, más tarde, algunos chicos hicieron comentarios sarcásticos, como: "Clara, no podés jugar con nosotros, parece que venís de un cuento de hadas, pero del lado malo."
Agustina, sin dudarlo, le respondió: "¡Eso no es cierto! Clara tiene una imaginación increíble. Si hay alguien que podría sacar a un dragón de un cuento, sería ella. ¡No saben lo que se pierden!"
Los chicos se quedaron mudos. Clara, con suavidad, sonrió agradecida a su amiga. Agustina continuó: "La belleza está en la alegría, no en la apariencia. ¡Así que todos a jugar!"
Mientras el sol se ponía, Clara sintió que cada comentario hiriente se desvanecía. Ella y Agustina hicieron un pacto de amistad. Prometieron apoyarse mutuamente y recordarse que lo importante era ser fiel a sí mismas.
Con el tiempo, Clara se volvió más segura. En lugar de cambiar su apariencia, comenzó a abrazar lo que era. La niña fea dejó de preocuparse por las opiniones ajenas y floreció en lo que realmente era: una chica llena de alegría y creatividad. Con Agustina a su lado, se convirtió en una inspiradora líder en su clase, organizando juegos y actividades que unieron a todos los chicos, independientemente de lo que se decía de ellos.
Y así, Clara comprendió que la verdadera belleza no se mide por la apariencia, sino por el cariño que damos y recibimos. Agustina, siempre a su lado, le enseñó que la amistad puede ser la luz que nos guía cuando otros intentan hacernos sentir pequeños.
Desde entonces, la niña fea ya no se sintió sola. Y en su corazón, siempre brilló la convicción de que cada uno de nosotros es perfecto tal como es, porque lo que realmente importa es quiénes somos y cómo tratamos a los demás.
Y así, un nuevo capítulo comenzó en la vida de Clara, lleno de amistad, risas y mucho amor.
FIN.