La amistad de Ana María
muy triste caminando por la calle. La chica parecía tener su edad y Ana Maria se preocupó por ella. Decidió salir a la calle para hablar con ella y saber qué le pasaba.
Cuando llegó a su lado, la chica levantó la vista y le sonrió un poco. - Hola, ¿estás bien? - preguntó Ana Maria amablemente. La chica suspiró y bajó la mirada de nuevo.
- No estoy muy bien, gracias por preguntar - contestó con voz apagada. Ana Maria se preocupó aún más al escuchar esto. Quería ayudarla de alguna manera. - ¿Quieres hablar sobre lo que te está pasando? A veces es bueno sacarlo todo afuera - sugirió Ana Maria.
La chica dudó un momento pero finalmente acepto: - Es que mi perro murió esta mañana. Lo tenía desde que era pequeña y nunca había imaginado perderlo así... Me siento tan sola sin él...
Ana Maria entendió perfectamente cómo se sentía ya que también tenía una mascota muy querida en casa. - Lo lamento mucho, sé lo difícil que puede ser perder a alguien tan importante en tu vida... Pero recuerda, siempre tendrás los recuerdos felices que compartieron juntos.
Y aunque no lo tengas físicamente contigo, siempre estará en tu corazón - le dijo Ana Maria tratando de consolarla. La chica asintió lentamente mientras secaba sus lágrimas con el dorso de su mano.
Se dio cuenta de que alguien estaba allí para escucharla y hacerle sentir mejor en ese momento difícil. Ana Maria decidió invitarla a su casa para tomar algo caliente juntas y charlar un rato más.
La chica aceptó la invitación y juntas pasaron una tarde agradable hablando sobre sus mascotas y cosas que les gustaban. Desde ese día, Ana Maria hizo una nueva amiga y aprendió lo importante que es estar ahí para alguien en momentos difíciles.
También se dio cuenta de que muchas veces las personas necesitan simplemente un hombro en el cual apoyarse. La chica también aprendió que no está sola en este mundo y que siempre hay alguien dispuesto a escucharla.
Aprendió a valorar los recuerdos felices con su perro y a seguir adelante sabiendo que él siempre estará presente en su corazón. Ana Maria e la chica siguieron siendo buenas amigas, recordando esa tarde como un momento especial entre ellas dos.
Y cada vez que Ana Maria miraba por su ventana, esperaba verla caminando felizmente por la calle.
FIN.