La Amistad de Clara y Sofía
Era una mañana radiante en el pueblo de Alegría, donde todos los días transcurrían con tranquilidad. Clara y Sofía eran dos amigas inseparables que vivían en el mismo barrio. A pesar de ser muy diferentes, compartían un lazo especial que las unía. Clara era aventurera y siempre estaba en busca de nuevas emociones, mientras que Sofía era más tranquila, le gustaba disfrutar de los pequeños placeres de la vida.
Un día, Clara propuso: "¡Sofía! ¿Por qué no vamos a explorar el bosque que está cerca del río? He escuchado que hay un lago escondido, ¡sería una gran aventura!"
Sofía dudó un momento, luego sonrió y dijo: "¡Está bien, Clara! Pero solo si llevamos un picnic para disfrutar cuando lleguemos."
Prepararon una canasta llena de deliciosos sándwiches y frutas frescas, y se pusieron en marcha hacia el bosque. Mientras caminaban, conversaban y se reían, ignorando el tiempo que pasaba.
Al llegar al bosque, se maravillaron con la belleza del lugar. Los árboles eran altos y frondosos, y había flores de todos los colores. Clara, emocionada, exclamó: "¡Mirá esos árboles! Parecen gigantes! Vamos a correr entre ellos."
Sofía, tratando de seguir el ritmo de su amiga, pensó en lo lindo que sería dejarse llevar por la aventura, así que corrieron y saltaron entre los troncos. Después de un buen rato, Clara se detuvo: "¡Oh! ¡Mirá! Ahí está el lago. Oh, Sofía, ¡es precioso!"
Al llegar al lago, el agua era transparente y reflejaba el cielo. Sofía se sentó en la orilla, admirando cómo los patitos nadaban en círculo.
"Es tan tranquilo aquí… me gusta. ¿Te imaginas venir aquí todos los días?" - dijo Sofía, sintiendo una profunda paz.
Clara, siempre llena de energía, propuso: "¡Vamos a darnos un chapuzón!"
Sofía se sonrojó. "Pero, Clara, no traje mi traje de baño..."
Clara, con una sonrisa traviesa, respondió: "No importa, ¡podemos ver si el agua está caliente y, si no, solo mojarnos los pies!"
Ambas se acercaron a la orilla y sintieron el fresco del agua. Clara saltó y comenzó a chapotear mientras Sofía prefería observar, riéndose de las locuras de su amiga.
De repente, un grupo de niños apareció corriendo, jugando y lanzando piedras al agua. Clara, emocionada, los invitó: "¡Vengan a jugar con nosotras!"
Los niños, sin dudarlo, se unieron a la diversión, y pronto todos estaban salpicando agua por doquier.
Pero cuando menos lo esperaban, un grito de uno de los niños rompió la alegría del momento: "¡Ay! ¡Mi pelota se fue del otro lado del lago!"
"¿Cómo vamos a recuperarla?" - preguntó una de las niñas, preocupada.
"Yo puedo nadar y traerla" - dijo Clara con determinación.
Sofía, sintiendo que esa era una aventura propia de su amiga, le tomó la mano y dijo: "Espera, yo voy contigo."
Así que ambas se lanzaron al agua fría y nadaron hasta la otra orilla. Con un poco de esfuerzo, Clara logró recuperar la pelota y ambas regresaron, felices como nunca.
"¡Gracias, Clara y Sofía! ¡Son las mejores!" - gritó uno de los niños, mientras todos aplaudían.
Después de un largo día de juegos y risas, Sofía dijo: "¿Sabés, Clara? Me alegra que hayas insistido en esta aventura. A veces, es bueno salir de nuestra zona de confort y probar cosas nuevas."
"¡Exactamente! Y también hace que nuestra amistad crezca. ¡Quién diría que terminaríamos nadando para salvar una pelota!" - respondió Clara, con una sonrisa.
Al final del día, regresaron a casa, cansadas pero alegres, con un nuevo recuerdo que atesorarían por siempre. Era un recordatorio de que, a veces, lo mejor de la vida se encuentra al salir a explorar lo desconocido y compartir esas experiencias con las personas que más amamos.
FIN.