La amistad de color naranja
Había una vez, en un pintoresco vecindario, una casa de color rojo. La casa vivía feliz entre sus vecinos, pero siempre sentía que le faltaba algo. Un día, mientras el sol brillaba y las nubes eran solo un recuerdo, un perrito llamado Toby decidió que quería hacer nuevos amigos.
Toby era un adorable cachorro de color marrón, lleno de energía y curiosidad. Un día, tras una larga exploración por el barrio, decidió acercarse a la casa roja. Mientras se acercaba, escuchó un llanto suave que provenía de dentro.
"¡Hola! ¿Hay alguien ahí?" - ladró Toby, preocupado.
"¡Es verdad! Estoy aquí..." - respondió una voz diminuta. Era una bebé llamada Luna, que vivía en la casa roja.
"¿Por qué lloras?" - preguntó Toby, moviendo su cola.
"Me siento sola..." - sollozó Luna. "No tengo con quién jugar. Todos los días son iguales y, además, aquí no hay nada interesante."
A Toby se le ocurrió una idea brillante.
"¡Yo puedo jugar contigo! No te sientas sola, yo soy un gran compañero de juegos. Vamos a divertirnos juntos. ¡Te prometo que tendrás las mejores aventuras!"
Luna sonrió por primera vez.
"¿De verdad?" - preguntó emocionada.
"Sí, ¡de verdad!" - afirmó Toby. "Pero antes, necesitamos algunos colores para alegrar esta casa. Lahará más divertida la aventura."
Así, Toby y Luna comenzaron su misión. Primero, fueron al parque de la esquina donde recogieron hojas, flores y piedras de colores.
"Mirá esta hoja naranja, Luna. ¡Es hermosa!" - exclamó Toby, sosteniéndola en su hocico.
"¡Sí! Y esta flor roja es perfecta para decorar nuestra casa. Ven, vamos a pintarla," - dijo Luna, llena de entusiasmo.
Pasaron el día decorando la casa roja con todos los colores del mundo: naranja, rojo, amarillo, hasta un poco de verde. Mientas trabajaban, Toby le contaba historias de sus aventuras en el parque mientras Luna reía a carcajadas.
Una vez que la casa se iluminó con los colores, Toby tuvo otra idea.
"Podemos invitar a los demás niños del barrio a jugar aquí. ¡Esta casa tiene una nueva energía!" - dijo Toby, emocionado.
Luna, ahora llena de alegría, asintió con entusiasmo.
"¡Sí! Seremos el lugar más divertido de todo el vecindario. Vamos a hacer que todos se sumen a nuestra fiesta de colores. ¡Sólo tenemos que hacer un hermoso cartel!" - propuso.
Juntos, hicieron un cartel enorme que decía: "¡Gran Fiesta de Colores! Todos están invitados a jugar hoy a partir de las 4 PM en la casa roja de Luna."
Cuando la hora llegó, la casa se llenó de niños de todos lados. Todos estaban emocionados de ver lo colorido que había quedado el lugar. Cornetitas de colores, juegos con pelotas y hasta una piñata estaban listos para la fiesta.
"¡Hola! Soy Toby y ella es mi amiga Luna. ¡Bienvenidos!" - ladró Toby para recibir a todos con alegría.
Los niños comenzaron a jugar, reír y compartir historias, lo que llenó la casa roja de risas y felicidad.
"No puedo creer cuánto nos divertimos juntos. ¡No estoy más sola!" - dijo Luna, con una gran sonrisa en su rostro.
Con el tiempo, Toby y Luna se hicieron grandes amigos y aprendieron que los colores y la amistad son la combinación perfecta para hacer cualquier día especial. La casa roja se convirtió en un símbolo de alegría y unidad en el vecindario.
Así, Toby y Luna descubrieron que no necesitaban muchas cosas para ser felices, solo buenos amigos y un poco de imaginación. Juntos, transformaron su hogar en un lugar lleno de risas, colores y aventuras, demostrando que las cosas más simples son a menudo las más maravillosas.
Y así, cada tarde, se podía ver la casa roja, decorada de colores vibrantes, siempre llena de risas y nuevos amigos. La amistad había transformado no solo a Luna y Toby, sino a todos sus vecinos. Fin.
FIN.