La amistad de dos argentinos



En un pequeño pueblo de la Argentina vivían dos amigos muy curiosos y aventureros: Tello y Molina. Un día, mientras exploraban el bosque cercano, descubrieron una extraña cúpula de cristal escondida entre los árboles. Intrigados, decidieron entrar.

Al hacerlo, se encontraron dentro de un mundo artificial que simulaba la superficie de la Luna. El suelo estaba cubierto de polvo grisáceo y podían ver la Tierra brillando en el cielo oscuro.

Los amigos no podían creer lo que veían y se miraron emocionados. "¡Esto es increíble! ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?", exclamó Tello con los ojos brillantes. "No lo sé, pero parece que tenemos toda una Luna para explorar", respondió Molina con entusiasmo.

Decidieron comenzar su aventura caminando por el polvoriento paisaje lunar. Pronto descubrieron cráteres misteriosos y rocas brillantes que parecían gemas preciosas. Se adentraron en cuevas oscuras donde encontraron criaturas fantásticas e incluso un río de lava azul.

"¡Esto es como un sueño hecho realidad!", dijo Tello maravillado. "Sí, pero debemos recordar que estamos en un lugar desconocido, ¡no podemos perder la cabeza!", advirtió Molina con prudencia.

De repente, escucharon un zumbido eléctrico y vieron a un robot lunar acercarse hacia ellos. Parecía amigable y les habló con voz metálica:"Bienvenidos a nuestro mundo artificial de la Luna. Soy Lunaris, el guardián de este lugar.

¿Qué los trae aquí?"Los amigos explicaron cómo habían llegado por accidente y cómo estaban fascinados por todo lo que veían. Lunaris sonrió y les ofreció llevarlos a conocer al sabio anciano lunar que gobernaba aquel mundo especial.

El sabio anciano les contó sobre la historia del mundo artificial de la Luna y les enseñó lecciones sobre respeto por el medio ambiente, trabajo en equipo y curiosidad infinita por descubrir nuevos horizontes.

Les regaló cada uno una gema lunar como símbolo de amistad eterna entre sus pueblos. Después de aprender tanto del sabio anciano lunar, Tello y Molina sintieron gratitud por esta increíble experiencia educativa en ese mundo tan diferente al suyo propio.

Finalmente, Lunaris los guió fuera de la cúpula hacia su hogar en el pequeño pueblo argentino donde compartieron sus experiencias con familiares y amigos quienes escuchaban asombrados cada detalle vivido dentro del mundo artificial lunar.

Desde entonces, Tello y Molina siempre recordarán aquella aventura inolvidable bajo las estrellas lunares como una lección valiosa sobre amistad verdadera e intercambio cultural más allá de las fronteras terrestres.

FIN.

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