La amistad de Elías y sus amigos
casi parecían alas cuando las agitaba. Elías era curioso por naturaleza y le encantaba explorar cada rincón del valle en busca de aventuras. Un día, mientras caminaba cerca del río, Elías se encontró con una jirafa llamada Gertrudis.
Gertrudis era muy alta y elegante, con manchas marrones en su pelaje amarillo. Ella estaba tratando de alcanzar unas jugosas hojas en lo alto de un árbol.
- ¡Hola, Gertrudis! ¿Necesitas ayuda para llegar a esas hojas? - preguntó Elías con entusiasmo. - ¡Oh, hola Elías! Sí, por favor. Mi cuello es largo pero no llego tan alto como quisiera - respondió Gertrudis con una sonrisa agradecida.
Elías extendió sus grandes orejas y las utilizó como trampolín para que Gertrudis pudiera alcanzar las hojas que tanto anhelaba. La jirafa quedó impresionada por la creatividad y amabilidad del elefante. - ¡Gracias, Elías! Eres realmente ingenioso.
¿Sabes qué? Podríamos ser un gran equipo si combinamos nuestras habilidades - propuso Gertrudis emocionada. Elías asintió emocionado ante la idea de tener una nueva amiga aventurera. Juntos exploraron el valle, aprendiendo sobre las plantas y los animales que habitaban allí.
Cada día descubrían algo nuevo y se divertían mucho compartiendo sus conocimientos. Un día, mientras paseaban por el bosque, se encontraron con un zorro astuto llamado Zafiro. Zafiro había perdido su camino y no sabía cómo regresar a su madriguera.
- ¡Hola amigos! Parece que me he perdido en este bosque tan frondoso. ¿Podrían ayudarme a encontrar mi camino de regreso? - pidió Zafiro con una mirada preocupada. Elías y Gertrudis intercambiaron miradas cómplices y sin dudarlo aceptaron ayudar al zorro perdido.
Utilizando la altura de Gertrudis para tener una vista panorámica del bosque y siguiendo el olfato agudo de Zafiro, lograron encontrar el camino de regreso a la madriguera del zorro. - ¡Gracias amigos! Son increíbles trabajando juntos.
Me siento afortunado de haberlos encontrado en mi momento de necesidad - expresó Zafiro visiblemente aliviado. Desde ese día, Elías, Gertrudis y Zafiro se convirtieron en un equipo inseparable que exploraba el valle ayudando a quienes lo necesitaban.
Su amistad demostraba que cuando se combinan diferentes habilidades y talentos, se pueden lograr cosas maravillosas.
Y así fue como Elías descubrió que aunque sus orejas eran enormes, eran su mayor fortaleza al permitirle escuchar nuevas ideas e inspirarse en los demás animales del valle para aprender cada día más.
FIN.