La Amistad de Flor y la Abeja



En una florecida pradera de Alto Yanajanca, donde los colores danzan al ritmo del viento, vivía una abeja llamada Flor. Era pequeña pero llena de energía, siempre zumbando de aquí para allá, recolectando néctar de las flores más hermosas. Pero había algo que Flor deseaba más que nada: encontrar una amiga con quien compartir sus aventuras.

Un día, mientras volaba entre las flores, Flor escuchó un suave canto que provenía de un rincón del campo. Sigilosamente, se acercó y se topó con un hermoso cisne llamado Miguel.

"Hola, soy Flor, la abeja. ¿Quién sos tú tan elegante? ."

"Hola, Flor. Soy Miguel, el cisne. Vivo en el lago cercano. ¿Te gustaría escucharlo cantar?"

"¡Sí, por favor!"

Miguel comenzó a cantar, y la melodía era tan dulce que hizo que Flor se sintiera en un mundo de ensueño. Después de un rato, Miguel terminó su canción.

"¡Eres increíble!"

"Gracias, Flor. Pero, a decir verdad, a veces me siento solo en el lago. Me encantaría tener una amiga con quien compartir mis canciones."

"¡Eso es igual a mí!"

Desde ese día, Flor y Miguel comenzaron a pasar tiempo juntos. Se veían todas las mañanas, y mientras Flor recolectaba néctar, Miguel volvía a cantar. ¡Era una combinación perfecta!

Un día Flor sugirió algo distinto.

"Miguel, ¿qué te parece si hacemos un concurso de talentos? Podríamos invitar a otros animales para que vengan a participar. Así conocerías más amigos."

"¡Esa es una gran idea!"

Así que se pusieron a trabajar. Prepararon el concurso, hicieron carteles de flores y cantaban a coro invitando a todos a participar. ¡La noticia se esparció como el polen en primavera! La gran tarde llegó y cada uno de los animales del bosque se presentó para mostrar sus talentos.

Apareció una ardilla que hacía malabares con piñas, un ratón que contaba chistes, y hasta un grupo de ranas que cantaban en coro. Flor y Miguel miraban fascinados. Cuando llegó su turno, Flor voló alto, haciendo acrobacias en el aire mientras Miguel cantaba. El público se emocionó tanto que aplaudió con fuerza al final de su actuación.

Fue un gran éxito y, lo más importante, todos los animales del bosque se unieron. Después del evento, Miguel se sintió agradecido.

"Flor, esto fue increíble. Gracias a vos, tengo muchos amigos ahora."

"¡Todo fue gracias a nuestra amistad!"

Con el tiempo, los dos se convirtieron en los mejores amigos. Y aunque eran diferentes, aprendieron a valorar lo que cada uno traía a su vida. Flor le enseñó a Miguel a disfrutar del néctar y él a ella el placer de la música.

Un día, mientras bajaban a disfrutar del sol, Miguel le dijo:

"Flor, gracias por enseñarme que la amistad es un tesoro que se encuentra en los lugares más inesperados."

"Y gracias a vos por mostrarme que cada uno, sea pequeño o grande, tiene algo especial que ofrecer al mundo."

Así, Flor y Miguel vivieron felices, siempre disfrutando de sus diferencias y creando momentos mágicos juntos. Y el bosque, ahora lleno de risas y canciones, se llenó de una alegría nunca antes vista, porque la amistad trae luz y color a la vida de cualquiera.

Y así continuaron su viaje, inventando nuevas aventuras en cada rincón del bosque cada vez que la primavera regresaba.

FIN.

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