La amistad de Leonardo y el monstruo tricéfalo
Había una vez un niño llamado Leonardo, a quien le encantaba explorar lugares misteriosos y llenos de aventuras. Un día, decidió adentrarse en una antigua fábrica abandonada que se encontraba en las afueras del pueblo donde vivía.
Al entrar a la fábrica, Leonardo sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. El lugar estaba oscuro y polvoriento, con viejas máquinas oxidadas por doquier.
Mientras caminaba entre los escombros, escuchó un ruido extraño que provenía de lo más profundo de la fábrica. Intrigado, Leonardo siguió el sonido hasta llegar a una sala enorme donde se encontraba un monstruo de tres cabezas. El monstruo era grande y temible, con ojos brillantes y dientes afilados.
Al ver a Leonardo, las tres cabezas del monstruo se giraron hacia él y emitieron un gruñido amenazante. Leonardo sintió miedo en un primer momento, pero recordó todas las historias de valentía que había leído en sus libros favoritos.
Respiró hondo y decidió enfrentar al monstruo en lugar de huir. —"Hola" , dijo Leonardo con voz temblorosa. El monstruo gruñó nuevamente, pero esta vez parecía menos amenazante. "¿Por qué estás aquí?", preguntó una de las cabezas del monstruo con curiosidad.
Leonardo explicó que le gustaba explorar lugares nuevos y emocionantes, aunque nunca antes se había encontrado con algo tan asombroso como un monstruo de tres cabezas.
Las otras dos cabezas del monstruo también mostraron interés en la historia de Leonardo y comenzaron a hacerle preguntas sobre sus aventuras pasadas. Pronto descubrieron que tenían mucho en común: les gustaba leer cuentos fantásticos y soñar despiertos con mundos llenos de magia.
Con el paso del tiempo, Leonardo visitaba la fábrica abandonada regularmente para encontrarse con sus nuevos amigos. Juntos compartían historias increíbles e imaginaban viajes a tierras lejanas donde no existían límites para la fantasía.
Un día, mientras exploraban juntos los rincones más oscuros de la fábrica, descubrieron un tesoro escondido detrás de unas viejas cajas llenas de polvo. El tesoro no era oro ni joyas preciosas; era un libro antiguo lleno de páginas amarillentas y letras doradas que brillaban bajo la luz tenue.
"Este libro parece tener historias maravillosas", exclamó una cabeza del monstruo emocionada. "¡Sí! Podemos leerlo juntos y descubrir nuevos mundos por explorar", propuso Leonardo con entusiasmo.
Así fue como el niño llamado Leonardo y el monstruo de tres cabezas se convirtieron en grandes amigos gracias a su amor por la aventura, la imaginación y las buenas historias.
Juntos aprendieron que no importa cuántas cabezas tenga alguien o qué aspecto tenga por fuera; lo verdaderamente importante es lo que hay en su corazón y cómo comparten momentos especiales que perduran para siempre en sus recuerdos más preciados. Y colorín colorado este cuento ha terminado ¡pero nuestra amistad sigue creciendo cada día más!
FIN.