La Amistad de Lía y el Dragón de las Montañas



En un hermoso valle rodeado de montañas coloridas, vivía una niña llamada Lía. Lía tenía una curiosidad insaciable y cada día exploraba un rincón nuevo de la naturaleza. Pero había un lugar en particular que siempre le fascinó: la cima de la montaña más alta, donde se decía que habitaba un dragón mágico llamado Drago.

Un día, con su pequeño morral lleno de provisiones, Lía decidió que era hora de aventurarse hacia la montaña.

Cuando llegó a la cima, encontró una cueva oscura y misteriosa. Lía, armada de valentía, entró y, para su sorpresa, encontró a Drago, un dragón de escamas brillantes que relucían como el oro bajo la luz del sol.

"Hola, pequeño humano. ¿Qué haces aquí?" - preguntó Drago con una voz profunda y amable.

"Vine a conocerte. Todos dicen que sos un dragón mágico, y he soñado con conocerte desde que era chiquita" - contestó Lía, emocionada.

Drago sonrió con ternura. "¿Y te imaginas que los dragones siempre son aterradores? Te puedo asegurar que soy un buen amigo. Pero hay algo más: puedo concederte un deseo."

Lía, sorprendida, reflexionó por un momento. En su corazón, no deseaba cosas materiales, sino que anhelaba que todos sus amigos y familiares pudieran conocer la magia de la montaña.

"Yo deseo que todos puedan ver lo maravillosa que es la naturaleza y aprender a cuidarla" - dijo Lía con determinación.

Drago aplaudió con sus grandes alas. "Es un deseo muy noble. ¿Sabes? Puedo traer a todos aquí, pero tú tendrás que ayudarme a guiarlos y enseñarles cómo proteger nuestro hogar."

Lía aceptó sin dudarlo. Drago desplegó sus alas y, con un impulso, voló sobre el valle, mientras Lía lo seguía aterrorizada pero emocionada. Juntos, convocaron a todos los niños y adultos del pueblo, quienes miraron asombrados al dragón.

Una vez en la cima de la montaña, Lía comenzó a hablar.

"Miren, este es Drago, un dragón mágico que ama nuestra tierra. ¡Quiero que vean lo hermoso que es nuestro entorno!"

Los habitantes del pueblo estaban fascinados, pero también asustados. Drago, astuto, empezó a mostrarles cómo los árboles limpiaban el aire y cómo los ríos eran el hogar de criaturas mágicas.

"Si cuidamos de ellos, también ellos cuidarán de nosotros" - dijo Drago, mientras volaba en círculos sobre la multitud, dejando un camino de destellos dorados.

Lía se dio cuenta de que su sueño había comenzado a hacerse realidad.

"¿Vieron cómo vuela? Así deberíamos volar con el amor y el respeto por la naturaleza. Si juntos cuidamos de nuestro mundo, habrá más dragones como Drago" - explicó emocionada.

Las personas empezaron a hacer preguntas y a interesarse por la naturaleza.

"¿Cómo podemos ayudar?" - preguntó una niña.

"Podemos plantar árboles, no tirar basura y cuidar el agua" - respondió Lía, sonriendo.

Cuando el día llegó a su fin, todos regresaron a sus casas, llenos de ideas para proteger su hogar. Lía, inspirada, prometió a Drago que se preocuparían juntos por el bosque y la montaña.

"¡Tú eres la heroína de esta historia, Lía!" - exclamó Drago. "Cualquiera puede ser un protector de la naturaleza si tiene el deseo en su corazón. Por eso, cada vez que mires al cielo, recuerda que la magia está aquí, dentro de nosotros."

Desde aquel día, Lía y Drago se convirtieron en guardianes de la montaña y juntos enseñaron a todos a cuidar su hermosa tierra. La magia del dragón y el amor por la naturaleza unieron al pueblo, creando lazos que durarían por siempre.

Y cada vez que el sol brillaba sobre las montañas, Lía sabía que la verdadera magia está en el respeto y cariño que le damos al mundo que nos rodea.

FIN.

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