La Amistad de Lila y Timo
En una aldea mágica escondida entre colinas y ríos brillantes, vivían dos mejores amigos: Lila, una dulce y alegre hada de alas coloridas, y Timo, un travieso duende de pelo verde y orejas puntiagudas. Todos los días, Lila y Timo exploraban juntos el bosque, recolectando flores brillantes y haciendo travesuras entre los árboles.
Un día, mientras paseaban por el claro de los Arcoíris, Lila y Timo encontraron un viejo árbol que tenía una puerta misteriosa en su tronco.
"Mirá, Timo, ¿te imaginas qué habrá dentro?" - preguntó Lila, emocionada.
"¡Tal vez tesoros! O criaturas mágicas..." - respondió Timo, con su característica sonrisa traviesa.
Decidieron abrir la puerta. Era un mundo nuevo, lleno de luces danzantes y sonidos encantadores. Pero a medida que se adentraban, comenzaron a notar que todo era diferente.
"Esto es mágico, Timo, pero... ¿qué es eso?" - dijo Lila, señalando a un grupo de criaturas que parecían asustadas.
"¡Vamos a ver!" - gritó Timo, sin pensar.
Al acercarse, descubrieron que eran pequeños dimorfos, unos seres que habían perdido su color y alegría.
"Nos sentimos tristes y perdidos desde que la Luz del Arcoíris se apagó" - se lamentaron los dimorfos.
"¿Y cómo podemos ayudar?" - preguntó Lila, solidaria.
"Solo la amistad puede devolver la luz a este lugar" - respondió un dimorfo mayor.
Lila y Timo se miraron, sintiendo el peso de la responsabilidad. Sin dudarlo, decidieron unir sus fuerzas.
"Vamos a organizar una gran fiesta de amistad en el claro de los Arcoíris" - sugirió Timo, emocionado.
"¡Sí! Todos están invitados. Juntos podemos hacer que la Luz del Arcoíris brille de nuevo" - agregó Lila.
Trabajaron día y noche, decorando el claro con flores, luces y risas. Invitaron a todos los seres del bosque, desde las mariposas hasta los árboles sabios. Finalmente, llegó el gran día y el claro se llenó de colores y canciones.
"¡Bailen, canten y celebren la amistad!" - gritó Timo, dando saltos entre los dimorfos.
Lila voló alto con sus alas brillantes, iluminando el cielo. La alegría se propagó y, a medida que todos festejaban, la Luz del Arcoíris comenzó a regresar poco a poco.
De repente, un resplandor radiante llenó el claro, y los dimorfos, cada uno, comenzaron a recuperar su color.
"¡Lo logramos!" - exclamó Lila, llena de felicidad.
"Fue gracias a nuestra amistad y a la de todos aquí presentes" - dijo Timo, con su voz chispeante.
Esa noche, cuando se despidieron de los dimorfos y regresaron a su hogar, cada uno de ellos llevaba en el corazón una lección valiosa.
"La verdadera magia no está en el lugar, sino en las amistades que construimos" - reflexionó Lila.
"Y también hay que recordar que al compartir alegría, la felicidad se multiplica" - agregó Timo, sonriendo.
Desde entonces, Lila y Timo no solo exploraban el mágico bosque, sino que también contaban historias de amistad a otros seres y nunca olvidaron la aventura que les devolvió la luz a la aldea mágica. Así, aprendieron que la amistad, cuando se cultiva con amor y alegría, puede encender la magia en el corazón de todos.
FIN.