La amistad de los cazadores de huesos



Alexis era una niña muy curiosa y apasionada por los dinosaurios. Desde que tenía cuatro años, no había día en que no se levantara pensando en estos enormes animales prehistóricos.

Ella sabía todo sobre ellos: sus nombres, su tamaño, cómo vivían y cómo se extinguieron. Un día, mientras caminaba por el parque con su mamá, Alexis vio algo inesperado. Había un hombre mayor sentado en un banco con una caja llena de huesos de dinosaurios.

- ¡Mamá! -exclamó Alexis emocionada-. Mira eso, son huesos de dinosaurios. - Sí, hija -dijo la mamá sonriendo-. Pero creo que ese señor necesita ayuda para clasificarlos. - ¡Yo puedo ayudarlo! -dijo Alexis saltando de emoción-.

La mamá asintió con la cabeza y Alexis corrió hacia el hombre. Él le dio la bienvenida y juntos empezaron a clasificar los huesos según su tamaño y forma. Alexis estaba fascinada al ver los diferentes tipos de huesos que habían encontrado.

De repente, el hombre sacó un mapa y lo extendió sobre la mesa frente a ellos. - Esto es lo que he estado buscando durante años -dijo el hombre-.

Es un mapa del lugar donde se encontraron algunos fósiles muy raros hace muchos años. Creo que si podemos encontrar ese lugar, podríamos hacer algunos descubrimientos increíbles juntos.

Alexis no podía creerlo; ella iba a ir en busca de fósiles raros con alguien que amaba tanto como ella los dinosaurios. Con lágrimas en los ojos, aceptó sin dudarlo la propuesta. Así comenzó la aventura de Alexis y el hombre en busca de los fósiles raros.

Durante semanas, caminaron por montañas y valles, siempre buscando pistas que pudieran llevarlos al lugar correcto. A veces se cansaban y se desanimaban, pero nunca perdían la esperanza. Finalmente, después de mucho esfuerzo y perseverancia, encontraron lo que estaban buscando: un sitio lleno de fósiles raros.

Allí descubrieron huesos que nadie había visto antes, lo que significaba una gran contribución a la ciencia. Alexis estaba feliz porque había aprendido mucho sobre los dinosaurios y también había hecho un amigo para toda la vida.

El hombre mayor le enseñó a nunca rendirse ante las dificultades y siempre seguir sus pasiones.

Desde ese día en adelante, cada vez que veía un hueso o una imagen de dinosaurio en algún libro o programa de televisión, Alexis recordaba su aventura con el hombre mayor y sonreía sabiendo que ella también era parte del mundo fascinante de los dinosaurios.

FIN.

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