La amistad de los dinosaurios bebés



En un hermoso valle lleno de árboles frondosos y coloridas flores, vivían unos adorables dinosaurios bebés que se preparaban para comenzar el jardín infantil.

Había un pequeño tiranosaurio llamado Tito, una dulce triceratops llamada Lola, un travieso velociraptor llamado Rulo y una simpática pterodáctilo llamada Panchi. Estaban muy emocionados porque ese día llegaría su nueva compañera al jardín infantil. Todos esperaban ansiosos conocerla y hacerla sentir bienvenida.

Mientras tanto, la maestra dinosauria, la señorita Bronty, preparaba todo con cariño para recibir a la nueva integrante. Finalmente, llegó el momento tan esperado. Un pequeño braquiosaurio llamado Beni se acercó al grupo de amigos con timidez.

-¡Hola! Soy Beni, ¿puedo jugar con ustedes? -preguntó con una sonrisa tímida pero llena de ilusión. Los demás dinosaurios bebés lo miraron con alegría y entusiasmo. -¡Claro que sí, Beni! ¡Bienvenido al jardín infantil! -exclamó Tito emocionado. Desde ese día, los cinco dinosaurios se volvieron inseparables.

Jugaron juntos en el patio del jardín infantil, aprendieron números y letras con la señorita Bronty e incluso formaron una banda de música donde cada uno tenía un instrumento diferente: Tito tocaba la batería improvisada con piedras y palitos, Lola hacía sonar sus cuernos como si fueran trompetas, Rulo tarareaba ritmos pegajosos y Panchi batía sus alas creando melodías únicas.

Pero un día algo inesperado sucedió en el valle. Una fuerte tormenta se acercaba rápidamente y todos los dinosaurios bebés debían encontrar refugio antes de que comenzara a llover.

Sin embargo, Beni estaba lejos del grupo reagarrando flores para obsequiarles a sus amigos. -¡Beni! ¡Rápido, ven hacia aquí antes de que empiece la tormenta! -gritó preocupada Panchi mientras extendía sus alas para protegerlo.

Beni corrió lo más rápido que pudo hacia sus amigos justo a tiempo antes de que la lluvia comenzara a caer. Todos se abrazaron bajo un árbol gigante y vieron cómo la lluvia limpiaba el valle dejando todo brillante y fresco.

Desde ese día comprendieron que juntos podían superar cualquier desafío que se les presentara. La amistad que habían construido era tan fuerte como el vínculo entre ellos mismos y estaban listos para seguir creciendo y aprendiendo juntos en el maravilloso mundo del jardín infantil de dinosaurios.

Y así fue como Tito, Lola, Rulo, Panchi y Beni vivieron muchas aventuras más en su querido valle lleno de magia e ilusión donde cada día era una oportunidad para aprender algo nuevo junto a sus entrañables amigos prehistóricos.

FIN.

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