La amistad de los licántropos
Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, un grupo de amigos muy inseparables: Luna, Pedro y Martín. Siempre estaban juntos, compartiendo risas y aventuras.
Pero lo que ellos no sabían era que uno de ellos tenía un secreto muy especial. Luna era una niña alegre y curiosa, amante del Jazz. Cada tarde se sentaba en su habitación a escuchar música mientras soñaba con viajar a París algún día.
Pedro era un chico valiente y leal, siempre dispuesto a ayudar a sus amigos. Y Martín, aunque parecía ser un poco más reservado que los demás, tenía algo único: ¡era un licántropo! Martín guardaba su secreto celosamente desde hace mucho tiempo.
Tenía la habilidad de transformarse en lobo cada vez que había luna llena. Pero temía contarles a sus amigos por miedo a ser rechazado. Un día, mientras caminaban por el bosque cercano al pueblo, Martín decidió revelarles su secreto.
Tembloroso y nervioso les dijo: "Chicos... tengo algo importante que contarles". Luna y Pedro lo miraron expectantes. "¿Qué pasa Martín? Estamos aquí para apoyarte", dijo Luna con cariño. "Sí amigo, siempre estaremos contigo pase lo que pase", agregó Pedro sonriendo.
Martín tomó aire profundamente antes de continuar "-Verán... soy un licántropo.
"Al principio hubo silencio absoluto hasta que Luna rompió el hielo diciendo "-Wow! Esto es increíble! ¿Puedes mostrarnos?"Pedro asintió emocionado y añadió "-¡Sí, por favor! Sería genial verlo. "Martín, aliviado por la reacción de sus amigos, se transformó en un majestuoso lobo plateado. Luna y Pedro quedaron maravillados ante tal espectáculo. Desde ese día, los tres amigos comenzaron a vivir aventuras aún más emocionantes.
Juntos exploraban el bosque mientras Martín estaba en forma de lobo. Descubrieron cuevas secretas y ayudaron a animales en peligro. Un día, durante una noche de luna llena, algo inesperado sucedió.
Mientras Martín estaba en forma de lobo, fue capturado por cazadores furtivos que buscaban atrapar criaturas mágicas para venderlas. Luna y Pedro se dieron cuenta de lo sucedido cuando encontraron rastros de la pelea entre Martín y los cazadores furtivos.
Sin pensarlo dos veces, decidieron rescatar a su amigo. Siguiendo las pistas dejadas por los cazadores furtivos, llegaron hasta un viejo galpón abandonado cerca del pueblo. Con mucho cuidado entraron para no ser descubiertos.
"Tenemos que ser sigilosos", susurró Pedro mientras avanzaban lentamente hacia donde tenían a Martín prisionero. Finalmente, lograron encontrarlo encerrado en una jaula pequeña y oxidada. Rápidamente Luna buscó las llaves que estaban colgando cerca del lugar.
Con gran destreza liberaron a Martín y escaparon rápidamente antes de que los cazadores regresaran al galpón. De vuelta en el pueblo, celebraron su victoria con una gran fiesta llena de música y risas. Martín agradeció profundamente a sus amigos por su valentía y lealtad, sabiendo que siempre estarían ahí para él.
Desde ese día, los tres amigos siguieron viviendo aventuras juntos, prometiendo mantenerse unidos pase lo que pase. Aprendieron que la verdadera amistad puede superar cualquier obstáculo y que la confianza es fundamental en cualquier relación.
Y así, Luna, Pedro y Martín demostraron al mundo que las diferencias no importan cuando se trata de amistad sincera. Juntos aprendieron a valorarse mutuamente y a disfrutar cada momento como si fuera el último. Fin.
FIN.