La amistad de Luna y el pollito
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Patitas Felices, una perrita muy especial llamada Luna. Luna era una perrita de tres años, peluda y con unos ojos brillantes que iluminaban todo a su alrededor.
A Luna no le gustaba para nada cortarse el pelo, siempre se escondía debajo de la cama cada vez que veía a la peluquera acercarse con las tijeras. Un día, mientras paseaba por el parque, Luna encontró un pollito perdido.
El pollito estaba asustado y solo, pero Luna se acercó lentamente y empezó a cuidarlo. Le dio calor con su pelaje y compartió su comida con él. Desde ese momento, Luna y el pollito se convirtieron en los mejores amigos.
"¡Hola, amiguito! ¿Cómo estás hoy?" -le preguntaba Luna al pollito todas las mañanas. El pollito siempre respondía con un dulce "¡Pío-pío!", lo cual hacía reír a Luna cada vez.
Los días pasaban y la amistad entre Luna y el pollito crecía más fuerte. Juntos jugaban en el parque, corrían por los campos y descubrían nuevos lugares llenos de aventuras. Pero un día, el dueño del pollito apareció buscándolo por todos lados.
"¡Oh no! ¡Mi querido amigo se va a ir!" -pensó tristemente Luna. El dueño del pollito estaba muy contento de encontrarlo sano y salvo gracias a la ayuda de Luna.
Para agradecerle por cuidar de su mascota, le regaló un collar brillante con su nombre grabado: —"Luna" . Desde ese día, Luna entendió lo importante que era ayudar a los demás y compartir lo que tenía sin esperar nada a cambio.
Aprendió que la verdadera belleza está en ser bondadoso con los demás y en valorar la amistad por encima de todo.
Y aunque todavía no le gustaba cortarse el pelo, ahora sabía que lo más importante era tener un corazón grande como el suyo para hacer felices a todos los que la rodeaban. Y así fue como Luna vivió feliz para siempre junto a su inseparable amigo plumífero.
FIN.