La amistad de Pedro y Lucas
Pedro y Lucas eran amigos desde que tenían uso de razón. Juntos exploraban cada rincón del barrio, compartían aventuras inventadas y jugaban a ser superhéroes en el patio del colegio. Sin embargo, un día, algo cambió en su juego cuando Lucas se fijó en las gafas de Pedro.
Era un día soleado y los niños estaban en el recreo.
"¡Mirá las gafas de Pedro! Parecen de abuelita!" - se rió Lucas en voz alta, mientras otros niños lo acompañaron con risitas.
Pedro sintió cómo su corazón se encogía. Quería llorar, pero decidió no decir nada. En su mente, recordaba todos los momentos divertidos que había pasado con Lucas, y no quería que eso se arruinara.
Los días pasaron y Pedro mantuvo una sonrisa en su rostro, aunque se sentía triste por lo que había sucedido. Pero en otro día de recreo, sucedió algo inesperado. Pedro decidió cambiar su look y se cortó el pelo corto. Estaba feliz, pero a Lucas no le pareció lo mismo.
"¡Corta culos! ¿Qué te hiciste en el pelo? Parecés un chico de otra época!" - volvió a reír Lucas, y esta vez, los demás se unieron a la burla. Pedro sintió que su estómago se encajonaba. Recordando la burla anterior, se encerró aún más en su silencio.
Días después, la maestra notó que Pedro ya no jugaba como antes. Una tarde ella se acercó y le preguntó:
"Pedro, ¿por qué no sonrís como antes?"
Pedro la miró y decidió ser sincero.
"Es que Lucas se ríe de mis gafas y de mi pelo..."
La maestra asintió.
"A veces, las personas se ríen para sentirse mejor, pero eso no está bien. La verdadera amistad se basa en el respeto. Deberías hablarlo con Lucas".
Pedro pensó mucho en las palabras de su maestra. Decidió que era momento de hablar con Lucas. Elegió un momento del recreo, cuando se sentaron bajo el gran árbol del patio.
"Lucas, ¿puedo hablar contigo?"
"Claro, Pedro. ¿Qué pasa?"
"Me dolieron tus palabras cuando te reíste de mis gafas y de mi pelo. Y aunque no quise mostrarlo, me sentí muy mal".
Lucas quedó en silencio. No había pensado en cómo sus palabras podían afectar a su amigo.
"No era mi intención lastimarte, Pedro. Solo quería hacer reír a los demás..."
Pedro vio una mirada de arrepentimiento en los ojos de Lucas.
"Te entiendo, pero los amigos no se burlan el uno del otro, ¿verdad?"
"Tenés razón. Nunca más volveré a hacerlo" - dijo Lucas, sonando muy serio.
Con el tiempo, Lucas se esforzó por mejorar como amigo. Aprendió a celebrar las diferencias y las características únicas de cada uno. Un día, llevó a Pedro a la tienda de la esquina y le dijo:
"¡Elegí unas gafas que te gusten, ya no quiero que te sientas mal!"
Pedro eligió unas gafas de colores y las lució felizmente.
También se dejaron crecer el pelo juntos, prometiendo no reírse el uno del otro por sus elecciones.
Con cada aventura que compartían, su amistad se volvía más fuerte. Se dieron cuenta de que la verdadera amistad se trataba de apoyarse mutuamente y levantarse después de las caídas.
Al final, Pedro y Lucas se convirtieron en los mejores amigos del mundo, recordando que a veces, una palabra o una broma puede hacer daño. Aprendieron a cuidarse el uno al otro, y así, su historia de amistad continuó llenándose de risas, aventuras y mucho amor.
FIN.