La Amistad de Perro Blanco y Lagartija
Era un hermoso día en el parque. El sol brillaba y las flores estaban en plena primavera. Ahí, entre los árboles y los juegos, un perro blanco con orejas grandes y suaves llamado Nube paseaba feliz. De repente, escuchó un sonido extraño entre los arbustos.
Nube se acercó curioso y encontró a una pequeña lagartija que temblaba de miedo.
"¿Qué te pasa?", preguntó Nube con su voz dulce.
"¡Me persiguen!", exclamó la lagartija, jadeando. "Un gato grande quiere atraparme".
Nube, al ver el susto de su nueva amiga, decidió ayudarla.
"No te preocupes, yo te protegeré", dijo Nube con determinación. "Ven conmigo".
La lagartija, aunque dudosa, sintió la calidez en la voz del perro y se dejó llevar. Nube la llevó a su casa, un lugar acogedor detrás de un gran árbol.
"Aquí estarás a salvo", le aseguró Nube mientras le ofrecía un pedazo de su comida favorita, un trozo de zanahoria. "¡Come algo, eso te hará sentir mejor!".
La lagartija tomó la zanahoria con sus pequeñas patas y, aunque al principio estaba un poco asustada, pronto se dio cuenta de que Nube solo quería ayudar.
"Gracias, Nube. No sabía que había amigos tan buenos. Mi nombre es Lila", dijo la lagartija, sonriendo por primera vez.
A partir de ese día, Nube y Lila se volvieron inseparables. Juntos exploraban el parque cada tarde. Nube le mostraba a Lila todos sus lugares favoritos:
"Mirá, aquí hay un montón de insectos deliciosos para comer", dijo Nube mientras señalaba un arbusto.
"¡Guau! ¡Qué ricos!", dijo Lila, sintiéndose cada vez más segura gracias a la compañía de Nube.
Pero un día, mientras estaban jugando, Lila escuchó un ruido sospechoso.
"¡Nube! ¡El gato!", gritó, mientras se escondía detrás de una hoja.
Nube, al escuchar esto, decidió actuar.
"No temas, Lila. Voy a salir a ver qué pasa. Solo quédate aquí. ¿Sí?"
Lila asintió con miedo. Nube entonces se acercó al ruido y, efectivamente, ahí estaba el gato, mirando con curiosidad.
"¡Epa! ¿Qué haces aquí, gato?", preguntó Nube valientemente. "No puedes asustar a mi amiga".
El gato, sorprendido por la valentía de Nube, respondió:
"No quería hacerle daño, solo tenía hambre".
"En vez de asustar, podrías pedir ayuda y encontrar algo de comer sin causar miedo a otros".
El gato pensó por un momento y, al ver la preocupación en los ojos de Nube, decidió probar esa opción.
"Está bien, sólo había visto a la lagartija y pensé que podría ser un buen aperitivo. Pero, ahora entiendo. ¿Puedo ser tu amigo también?".
Nube, aunque algo escéptico, recordó lo importante que era crear lazos.
"Claro, pero primero vamos a hablar con Lila. No quiero que se sienta mal".
De acuerdo, los tres se reunieron, y el gato, ahora con un nuevo comportamiento amable, pidió disculpas.
"Lo siento, Lila. No quería asustarte. Es solo que a veces no sé cómo conseguir amigos".
Lila miró al gato unos segundos, y luego, con una gran sonrisa, respondió:
"No te preocupes. Todos podemos ser amigos si aprendemos a comunicarnos".
Desde aquel día, el parque se llenó de risas y juegos, con Nube, Lila y el gato convirtiéndose en el trío inseparable que enseñaba a los demás sobre la importancia de la amistad, la compasión y la comunicación.
Nube siempre recordaba cuidar de su amiga y, diariamente, salía a explorar con ella y mostraba a todos que con un poco de empatía, todo podía cambiar para siempre.
FIN.