La amistad de Silvia y Martín

En un bosque encantado vivían dos amigos muy peculiares: una serpiente llamada Silvia y un ratón llamado Martín. A pesar de que todos decían que las serpientes y los ratones no podían llevarse bien, ellos demostraban lo contrario.

Un día, mientras Silvia se deslizaba por el suelo en busca de su comida favorita, unos deliciosos ratones, escuchó un pequeño chillido proveniente de un arbusto cercano. Al acercarse, descubrió a Martín atrapado entre unas ramas.

"¡Ayuda! ¡Por favor, ayuda!" -gritaba Martín asustado. Silvia se acercó lentamente y con cuidado liberó a Martín. El ratón temblaba de miedo, pero al ver la amabilidad en los ojos de la serpiente, empezó a relajarse. "Gracias por ayudarme", dijo Martín tímidamente.

"No hay de qué. ¿Estás bien?" preguntó Silvia con preocupación. A partir de ese momento, una bonita amistad comenzó a florecer entre la serpiente y el ratón.

Pasaban sus días juntos explorando el bosque, compartiendo historias e incluso ayudándose mutuamente en momentos difíciles. Un día, mientras jugaban cerca de un río, escucharon unos gritos desesperados provenientes del agua. Era una familia de patitos que estaban siendo arrastrados por la corriente.

Sin dudarlo ni un segundo, Silvia se deslizó rápidamente hacia ellos y con su cuerpo formó una especie de puente para que los patitos pudieran subirse y llegar sanos y salvos a la orilla.

"¡Eres increíble!" exclamó Martín admirado por la valentía y bondad de su amiga serpiente. Desde ese día, todos en el bosque comprendieron que las apariencias pueden engañar y que la verdadera amistad va más allá de nuestras diferencias.

Las serpientes y los ratones también pueden ser amigos si se dan la oportunidad de conocerse realmente.

Y así fue como Silvia y Martín demostraron al mundo entero que la amistad no entiende de razas ni tamaños; simplemente necesita amor, respeto y confianza para crecer fuerte y duradera como la hermosa relación entre una serpiente cariñosa y un pequeño ratón valiente.