La amistad de Tomás y Sonic



Había una vez un niño llamado Tomás que vivía en la ciudad de Buenos Aires.

Un día, mientras paseaba por el parque de su barrio, vio algo increíble: ¡un Sonic jugando en los juegos infantiles! Tomás no podía creer lo que veían sus ojos. Se acercó con cautela y le preguntó al Sonic si quería jugar con él. El Sonic, con una sonrisa amigable, aceptó encantado.

Desde ese momento, Tomás y el Sonic se convirtieron en los mejores amigos. Juntos recorrían el parque saltando de un juego a otro y divirtiéndose como nunca antes lo habían hecho. Un día, mientras estaban jugando en los columpios, vieron a un grupo de niños tristes sentados en un banco.

Se acercaron para preguntarles qué les pasaba. "Hola chicos, ¿por qué están tan tristes?"- preguntó Tomás preocupado.

Los niños explicaron que no tenían suficiente dinero para comprar juguetes divertidos como el Sonic y que siempre se sentían excluidos cuando todos jugaban juntos. El Sonic miró a Tomás y le hizo una señal para decirle que tenía una idea genial. Juntos fueron corriendo hasta la casa de Tomás y buscaron todos los juguetes viejos que ya no usaban.

"Chicos, tenemos una sorpresa para ustedes"- dijo Tomás emocionado. Cuando regresaron al parque con los juguetes en mano, todos los niños quedaron asombrados al verlos. Sonrisas llenas de alegría iluminaron sus rostros mientras empezaban a jugar juntos.

A partir de ese día, el parque se convirtió en un lugar lleno de risas y diversión. Tomás, el Sonic y los demás niños jugaban juntos sin importar si tenían juguetes caros o no. Pero la historia no termina aquí.

Un día, mientras estaban en el parque, vieron a un niño nuevo que parecía muy tímido y solitario. Decidieron acercarse a él para hacerle sentir bienvenido.

El niño les contó que acababa de mudarse y que no conocía a nadie en la ciudad.

Tomás le sonrió amigablemente y le dijo:"No te preocupes, ¡aquí todos somos amigos! ¿Quieres jugar con nosotros?"El niño asintió tímidamente y poco a poco fue perdiendo su timidez al ver lo divertido que podía ser jugar con nuevos amigos. Así, el grupo de amigos creció cada vez más. Todos aprendieron la importancia de compartir, ser amables y aceptar a los demás tal como son.

Y así fue como Tomás descubrió que las mejores aventuras ocurren cuando menos te lo esperas.

Siempre recordaría aquel día en el parque cuando vio por primera vez al Sonic jugando, porque gracias a esa increíble experiencia aprendió el valor de la amistad sincera y cómo una simple sonrisa puede cambiar la vida de alguien para siempre. Y colorín colorado, esta historia ha terminado.

FIN.

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