La amistad de Toto y Ezequiel
Había una vez en la selva un pequeña tortuga llamada Toto. A pesar de vivir rodeada de otros animales, Toto se sentía solo.
Siempre veía a los demás jugar juntos y compartir momentos divertidos, mientras ella caminaba lentamente por su camino, sin nadie con quien hablar. Un día, mientras Toto buscaba algo rico para comer cerca del río, escuchó un fuerte ruido que venía detrás de unos arbustos.
Con curiosidad y un poco de miedo, decidió acercarse despacito para ver qué era. Y ¡oh sorpresa! , detrás de los arbustos se encontraba un elefante enorme llamado Ezequiel.
Toto sintió miedo al principio al ver lo grande que era el elefante en comparación con ella, pero pronto se dio cuenta de que Ezequiel tenía una mirada amable y gentil. "¡Hola! Soy Ezequiel", dijo el elefante con una sonrisa cálida. "Hola... yo soy Toto", respondió tímidamente la tortuguita.
Desde ese momento, Toto y Ezequiel comenzaron a pasar mucho tiempo juntos. El elefante le contaba a la tortuga historias sobre sus viajes por la selva y juntos exploraban nuevos lugares maravillosos.
Para Toto, cada día al lado de su nuevo amigo era como un regalo del cielo. Un día, mientras jugaban cerca del lago, apareció una serpiente gigante que siseaba amenazadoramente hacia ellos. Toto sintió miedo e inmediatamente se escondió dentro de su caparazón.
Ezequiel no dudó ni un segundo y se interpuso entre la serpiente y su amiga tortuga. "¡Fuera de aquí! No permitiré que lastimes a mi amiga Toto", rugió el elefante valientemente. La serpiente retrocedió asustada ante la imponente figura del elefante y huyó rápidamente por entre los árboles.
Toto salió temblando de su caparazón y miró admirativamente a Ezequiel. "Gracias por defenderme, eres el mejor amigo que podría tener", dijo emocionada la tortuga. A partir de ese día, la amistad entre Toto y Ezequiel creció aún más fuerte.
Se volvieron inseparables y siempre estaban ahí el uno para el otro en cualquier situación difícil que enfrentaran en la selva.
Así fue como Toto aprendió que no importa cuán pequeño o vulnerable te sientas frente a los desafíos de la vida si tienes amigos verdaderos que te apoyan incondicionalmente. Y juntos descubrieron que la verdadera amistad va más allá del tamaño o las diferencias: se trata simplemente de estar ahí cuando más se necesita.
Y colorín colorado este cuento ha terminado con una bonita moraleja: "Encontrar un amigo como Ezequiel es encontrar un tesoro invaluable".
FIN.