La amistad de Zuleyda y su gatito


Zuleyda era una nena muy especial, tenía unos ojos grandes y brillantes que reflejaban su curiosidad por el mundo que la rodeaba.

Pero a pesar de su alegría, había algo que la hacía sentir triste y asustada: el abandono de sus padres. Desde que tenía 4 años, Zuleyda vivía con su abuela en una pequeña casa cerca del bosque. Sus padres se habían ido sin decir nada y ella no entendía por qué.

Un día, mientras jugaba en el jardín trasero, Zuleyda encontró un gatito abandonado. Estaba sucio y asustado, pero ella lo tomó en brazos y lo llevó adentro para cuidarlo. -Abuela, mira lo que encontré -dijo Zuleyda emocionada-. Es un gatito abandonado.

-Sí, es muy lindo -respondió la abuela sonriendo-. ¿Qué vas a hacer con él? -Lo voy a cuidar -dijo Zuleyda decidida-. No quiero que se sienta solo como yo me siento a veces.

La abuela admiró la valentía de su nieta y le ayudó a limpiar al gatito. Juntos le dieron comida y agua limpia para beber. El gato comenzó a confiar en ellos poco a poco y se convirtió en un miembro más de la familia.

Con el tiempo, Zuleyda aprendió mucho sobre cómo cuidar al gato. Descubrió que necesitaba amor, atención y disciplina para crecer fuerte y saludable.

También descubrió que estaba feliz cuando jugaba con él o simplemente lo acariciaba mientras veían la televisión. Un día, mientras jugaban juntos en el bosque, Zuleyda se perdió. El gato comenzó a maullar y ella lo siguió hasta que encontraron su camino de regreso a casa.

Desde ese momento, Zuleyda supo que siempre podía contar con él para guiarla cuando se sentía perdida o asustada. -Gracias por estar conmigo -le dijo Zuleyda al gato-. Eres mi amigo más fiel. El gatito ronroneó felizmente y le dio un pequeño lametón en la mano.

Con el tiempo, Zuleyda aprendió que no estaba sola. Tenía a su abuela y al gato para acompañarla en su vida diaria.

Aprendió que el amor y la amistad pueden venir de lugares inesperados y que nunca debemos perder la esperanza de encontrarlos. Y así, gracias a su valentía y amor por los animales, Zuleyda superó sus miedos y se convirtió en una niña feliz y confiada.

Aprendió que aunque las personas puedan irse sin previo aviso, siempre habrá alguien o algo especial para llenar ese vacío en nuestro corazón.

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