La amistad del faro y el colibrí


Había una vez un pequeño faro llamado Lucas, que vivía en lo alto de un acantilado frente al mar.

Lucas era muy solitario, ya que no tenía compañeros faros cerca y pasaba sus días y noches encendiendo su luz para guiar a los barcos perdidos. Una noche de luna llena, mientras Lucas iluminaba el camino hacia la costa, vio algo brillante volando cerca de él. Era un colibrí llamado Lola, quien se había perdido durante su migración.

Lola estaba agotada y buscaba desesperadamente un lugar donde descansar. Lucas se emocionó al ver a Lola y le preguntó si necesitaba ayuda.

"Sí", respondió ella con voz débil, "me he perdido en mi viaje hacia el sur y estoy muy cansada". El faro rápidamente le ofreció refugio en su cálida torre. "Gracias por tu amabilidad", dijo Lola mientras recuperaba fuerzas. "Pero ahora no sé cómo encontrar mi camino de regreso a casa".

Lucas pensó por un momento y luego tuvo una idea brillante. "¡Tengo una idea!", exclamó emocionado. "Si me ayudas a guiar a los barcos durante esta noche, te prometo que encontraré la manera de ayudarte a volver a casa".

Lola aceptó entusiasmada la propuesta del faro y juntos comenzaron su trabajo esa misma noche. Los barcos quedaron maravillados con la belleza del faro junto al mar iluminado por la luna llena, guiándolos con seguridad hasta tierra firme.

Mientras tanto, Lucas investigaba cómo podía ayudar a Lola a regresar a su hogar. Consultó libros, mapas y buscó información en internet. Descubrió que los colibríes utilizan las estrellas como guía durante sus migraciones.

Entonces, Lucas decidió construir un pequeño mapa estelar para Lola. Marcó las constelaciones más importantes y le enseñó cómo utilizarlas para encontrar su camino de regreso al sur.

Lola estaba muy agradecida por la ayuda del faro y se despidió con tristeza pero con esperanza de volver a verlo algún día. Usando el mapa estelar que Lucas le había dado, emprendió su viaje hacia el sur. Durante meses, Lola voló siguiendo las estrellas hasta que finalmente llegó a su hogar junto a otros colibríes.

Allí compartió la historia de amistad y ayuda que había encontrado en aquel solitario faro llamado Lucas. Los colibríes quedaron asombrados por la valentía del faro y decidieron honrarlo cada vez que pasaban cerca de él durante sus migraciones anuales.

De esta manera, cada año, los colibríes hacían una parada especial junto al faro para descansar y recordar la increíble amistad entre un faro solitario y un pequeño colibrí perdido.

Y así fue como Lucas encontró un propósito aún mayor en su vida: no solo guiar barcos sino también ayudar a aquellos seres maravillosos que aparecían en su camino necesitando orientación o apoyo.

Desde entonces, Lucas nunca volvió a sentirse solo, ya que sabía que siempre habría alguien especial esperándolo bajo la luz de la luna llena junto al mar: un colibrí que había encontrado su camino a casa gracias a su amistad y ayuda desinteresada.

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