La amistad del zancudo



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde todos los niños jugaban felices y sin preocupaciones.

Sin embargo, una extraña leyenda comenzó a circular entre ellos: la historia de "El Zancudo que pica a los niños de noche". Cuenta la leyenda que un zancudo gigante merodeaba por las calles del pueblo durante la noche, buscando a los niños desprevenidos para picarlos. Se decía que su picadura traía consigo sueños oscuros y pesadillas interminables.

Los padres intentaban calmar a sus hijos diciéndoles que era solo una historia inventada para asustarlos, pero los pequeños no podían evitar sentir miedo al caer la noche.

Un niño valiente llamado Martín decidió enfrentar sus temores y descubrir si la leyenda era verdadera. Una noche, se armó con una linterna y salió en busca del temido zancudo. Caminó por las oscuras calles del pueblo hasta llegar al bosque cercano, donde dicen que habitaba el insecto maligno.

De repente, Martín escuchó un zumbido cerca de él. Encendió su linterna y vio al zancudo gigante posado en una rama de árbol. El insecto lo miraba fijamente con sus ojos brillantes, listo para atacar.

"¿Por qué picas a los niños de noche?" -preguntó Martín con valentía. El zancudo titubeó por un momento antes de responder con voz suave:"Lo siento, pequeño Martín. No es mi intención asustar a nadie. Solo busco compañía en las noches solitarias.

"Martín se sorprendió al escuchar las palabras del zancudo y sintió compasión por él. "¿Compañía? ¿Por qué no te unes a nosotros durante el día? Podrías jugar con nosotros y ser parte de nuestra comunidad", sugirió Martín amablemente.

El zancudo dudó por un instante, pero finalmente aceptó la propuesta de Martín. Juntos regresaron al pueblo, donde el insecto conoció a todos los niños y descubrió el calor humano y la alegría que reinaban durante el día.

Desde entonces, el zancudo dejó de picar a los niños de noche y se convirtió en uno más del grupo. Los habitantes de Villa Esperanza aprendieron que muchas veces aquello que tememos puede resultar inofensivo si nos damos la oportunidad de conocerlo mejor.

Y así, gracias a la valentía y bondad de Martín, el misterio del zancudo que picaba a los niños quedó resuelto para siempre en Villa Esperanza.

FIN.

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