La amistad en el bosque
Caperucita Roja se detuvo en seco al ver al imponente león parado frente a ella. El león, con su melena majestuosa y sus ojos brillantes, la miraba con curiosidad.
- ¿Qué haces aquí, señor león? -preguntó Caperucita con valentía, aunque en su interior temblaba un poco. El león se acercó lentamente y respondió con voz profunda: "Estoy perdido, pequeña Caperucita. ¿Podrías ayudarme a encontrar mi camino de regreso a casa?".
Caperucita Roja sintió compasión por el león y decidió ayudarlo. Juntos emprendieron el camino, compartiendo risas y anécdotas mientras caminaban por el bosque encantado. El león resultó ser amigable y divertido, muy diferente a lo que Caperucita esperaba de un animal tan grande y feroz.
De repente, escucharon un ruido proveniente de unos arbustos cercanos. Un zorro astuto salió de entre ellos, con una sonrisa pícara en el rostro.
- ¡Hola, hola! Veo que has hecho un nuevo amigo, querida Caperucita -dijo el zorro con malicia-. Pero ten cuidado, los leones no son lo que parecen. Caperucita Roja frunció el ceño ante las palabras del zorro y decidió confiar en su instinto. Continuaron caminando hasta llegar a la casa de la abuelita.
Cuando entraron, el león quedó impresionado por lo acogedora que era la casita. - ¡Oh! Qué calidez se siente aquí dentro -exclamó el león asombrado.
En ese momento, la puerta se abrió de golpe y apareció la abuelita con una bandeja llena de galletas recién horneadas. - ¡Caperucita! ¡Qué sorpresa verte tan acompañada! Y tú... ¿quién eres? -preguntó la abuelita al ver al imponente león en su sala.
El león explicó cortésmente su situación y cómo Caperucita lo había ayudado a encontrar el camino de regreso a casa. La abuelita sonrió y les invitó a quedarse para merendar juntos. Mientras compartían las deliciosas galletas, el zorro astuto apareció nuevamente en la ventana.
Esta vez no pudo contener su curiosidad:- Perdón por interrumpir... pero me pregunto cómo es que este gran león terminó siendo amigo de ustedes dos -dijo el zorro intrigado-.
Caperucita Roja miró al león y luego al zorro antes de responder con sabiduría: "Las apariencias pueden engañar, querido zorro. Este amable león nos enseñó hoy que nunca debemos juzgar a alguien por su aspecto externo".
El zorro reflexionó sobre las palabras de Caperucita e hizo una reverencia antes de desaparecer entre los árboles del bosque encantado. Y así fue como Caperucita Roja aprendió una valiosa lección: siempre hay espacio para la amistad y la bondad en lugares inesperados; solo hace falta abrir nuestro corazón para descubrirlo.
Juntos disfrutaron de una tarde mágica donde los cuentos se volvieron realidad gracias al encuentro entre una niña valiente, una abuelita amorosa y un imponente pero gentil rey del bosque: el inusual León Amigo.
FIN.