La amistad en el bosque encantado



Había una vez una niña llamada Celeste que vivía en una casa solitaria en medio de un hermoso bosque.

Desde su ventana, podía ver árboles altos y frondosos, flores de todos los colores y escuchar el canto de los pájaros. Celeste era muy feliz, pero a veces se sentía un poco sola. No tenía amigos con quienes jugar y eso la entristecía. Un día, decidió aventurarse por el bosque encantado en búsqueda de una amiga especial.

Mientras caminaba entre los árboles, Celeste encontró un pequeño unicornio que jugueteaba en un claro del bosque. El unicornio era blanco como la nieve y tenía un cuerno brillante en su frente. - ¡Hola! - saludó Celeste emocionada -.

¿Quieres ser mi amiga? El unicornio miró a Celeste con sus ojos grandes y brillantes, luego asintió con la cabeza.

Juntos comenzaron a explorar el bosque encantado mientras se divertían saltando sobre las hojas secas y descubriendo nuevos tesoros naturales. De repente, escucharon risitas provenientes de detrás de unos arbustos. Curiosa, Celeste fue hacia allí para investigar. Y lo que encontró le llenó el corazón de alegría: había unas hadas jugando entre ellas.

- ¡Hola! - exclamó Celeste emocionada -. ¿Puedo jugar con ustedes? Las hadas volaron alrededor de ella con entusiasmo y aceptaron encantadas tenerla como amiga.

Juntas construyeron casitas para las hadas utilizando ramitas y hojas secas, y celebraron una fiesta de té en miniatura con flores como tazas. Celeste estaba feliz. Tenía un unicornio y hadas como amigas, pero aún había algo que le faltaba. Quería compartir su felicidad con alguien más. Pero no sabía cómo hacerlo.

Un día, mientras caminaban por el bosque encantado, Celeste y sus amigos se encontraron con un conejito triste sentado bajo un árbol. - ¿Qué te pasa? - preguntó Celeste preocupada.

El conejito explicó que se había perdido y no podía encontrar a su familia. Celeste sintió empatía por él y decidió ayudarlo. Juntos buscaron pistas hasta que finalmente encontraron a la familia del conejito escondida detrás de unos arbustos.

La mamá coneja abrazó a Celeste emocionada y le dio las gracias por haber encontrado a su pequeño hijo. A partir de ese día, Celeste tuvo una nueva amiga: la mamá coneja. Desde entonces, Celeste vivió aventuras mágicas junto a sus amigos en el bosque encantado.

Descubrieron nuevos lugares secretos, resolvieron acertijos divertidos y aprendieron sobre la importancia de la amistad y el cuidado mutuo. Y así fue como Celeste encontró no solo una amiga especial en el unicornio y las hadas, sino también en la mamá coneja.

Juntos formaron un grupo inseparable que siempre se apoyaban mutuamente en cada nueva aventura del bosque encantado. Fin

FIN.

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